martes, 1 de marzo de 2016

Una ayudaíta para la dramaturga

En un libro llamado Show Your Work, el autor dice que "online is the biggest scenius on the planet." No sé cómo terminar esto entonces vine a exponerlo acá. Es un monólogo basado en una escena increíble de Almost, Maine que no sé terminar. Me gustaría hacerlo parte de algo más grande, pero si no sé terminar el monólogo menos sé darle contexto. Si alguno tiene alguna idea de cómo ayudar, por favor sugiera. No hay ideas malas. Nombraré a la protagonista en su honor.

Él está sentado en la sala y entra ella. Mientras habla trae más cajas y las va armando en una muralla entre los dos. 

Vine a traerte tu amor. Bueno, el amor que siento por ti. Es de mí para ti, no sé si es mío o tuyo ahora. Vine a dártelo porque no puedo seguir sintiéndolo. Yo sé que no lo quieres. Yo sé que es poco. O quizás es mucho más de lo que te mereces. Pero acá está. Todo este amor es tuyo. Fue mío y ahora es tuyo. Si no se hubiera acabado el tuyo, todo este podría ser nuestro porque no soy pichirre, pero entiendo que así no funcionan las cosas.

La magia de este amor es que nació y creció en pocas semanas y que aún así, no se ha muerto. No se va a morir en meses, tranquilo. No es que te estoy dando un amor vencido. Acá la única vencida soy yo. Por favor, así no lo quieras, agárralo. Si quieres después lo lanzas por la ventana, pero no me hagas más daño. Acéptalo, porque no tiene condiciones. Toma todo este amor que ha podido ser tuyo por siempre si lo hubieras querido. Si me hubieras querido. No me importa lo que hagas con él, de verdad. El amor es para repartirlo. Si uno se queda con ese amor entre pecho y espalda, literalmente, puede matar. Bueno, no conozco gente que se haya muerto de amor. De desamor sí, aunque la gente no lo entienda. No entienden que es una muerte metafórica, pero sigue siendo una muerte.  No te entierran en un vestido lindo o en tus blue jeans favoritos, y que a tus familiares y amigos les sabe a mierda que tú seas atea ellos harían misas igual. No se muere tu cuerpo pero se muere una parte de ti. Esa parte no revive, se va un pedazo de uno para siempre.

Dicen que se llena ese pedazo con otras cosas, con otros, con la vida, con el tiempo pero de verdad, lo peor que le puedes decir a una enguayabada en la cúspide de su dolor es ese cliché. Odio el puto tiempo.

No es el corazón lo que se muere, es como un pedazo del esternón, de hecho. El corazón está más vivo que nunca, porque está en carne viva. Lo que queda es como un huequito donde tú quedabas. Una presión tan poderosa que sientes que te va a aplastar. Sí, es verdad que no se muere tu cuerpo. Se muere o se rompe en trillones de pedazos el alma, que duele más que el cuerpo. Ella cava un foso y se echa ahí a morir. Se entierra en la miseria y la rabia y el dolor… uy, el dolor, y se queda ahí hasta que le den tanto vodka que se peguen los pedazos. El vodka es mejor que el tiempo. Los mil pedazos que estallaron y se regaron por tu cuarto, por tu baño, por tu celular, por el sofá de tu casa, por el primer cine, por el asiento de tu carro donde tiraron un día que estaban borrachos y pelando tanta bola que no podían ir al Dallas, por la almohada que huele a Calvin Klein One o en tu caso la versión de Calvin Klein One de Perfumes Factory, otro pedazo en la escalera donde una vez te cañiste borracho y yo no pude sino reírme, otro pedazo rodó por el balcón del que quiero lanzar, otro pedazo se enredó con la lámpara que casi rompemos el día que tiramos la primera vez, otro pedazo en la cartera justo al lado del celular que cada vez suena menos y nunca eres tú.

 Vas por la vida como The Walking Dead, porque eso es lo que sientes que eres. Un zombie que anda por incercia. Eso sí, como tú eres arrecha, porque una es arrecha, hace todo como siempre, después de las primeras 48 horas. Las primeras horas son de pijama, vodka y moco. No me jodas. Me lo merezco. Después te paras y vas hinchada al trabajo, fea a la universidad y mocosa a los cumpleaños de tus amigas que creen que esto nunca les va a pasar a ellas porque lo de ellas sí era de verdad. Pajúas, yo también creía que éramos de verdad. Vas haciendo las cosas como en Bernarda Alba, cuando Magdalena dice que hace las cosas sin fe, pero como un reloj. Porque una está en la mierda, pero una no es irresponsable.

Pasar de caminar sobre las nubes a llorar en posición fetal. Así. Ir por la vida así. ¿Cómo puedo seguir por la vida así? Como un cáscara. En neutro, sin necesidad de que te puyen porque vas en bajada tú solita. Yo tan convencida hace una semana de que este amor sólo crecería, de que habrían cajas, bolsas, depósitos y galpones llenos de amor de los dos y mírame ahora cargando cajas y cajas y bolsas y bolsas llenas de amor no requerido y no deseado. La bolsa soy yo.

Sí sé. Sí sé cómo seguir. Te doy todo tu amor para que este Roraima emocional se haga más ligero. Tómalo todo. Quédatelo tú. Yo no lo quiero. No puedo ir por la vida cargada de amor para ti porque no es justo con quien sí se merezca algo, darle un amor que no le corresponde. Un amor que era para ti, no puede ser de más nadie. El hecho de que lo tengas tú no significa que voy a dejar de sentirlo, claro. Fue parte de mí primero, este amor y yo estaremos conectados hasta después de que se espiche. También tú, aunque no lo quieras. El amor nos vincula así no lo queramos, así haya pasado, así no haya sido bien recibido.  

(Trae la última caja) 


¿Esto era todo? Qué raro, se sentía como más. Como que el dolor magnifica las cosas.