lunes, 16 de enero de 2017

¿Qué haces tú en Tinder?

Primero, todavía tengo Tinder pero ya no lo uso tanto porque es menos safe y menos digno que Bumble. 

–¿Qué es Bumble?–se preguntan ustedes en este momento. 
–Un Tinder más digno y más seguro–respondo yo. 
–¿Por qué? 
–Porque sólo la jeva puede iniciar la conversación una vez que dos personas se dan match, entonces no hay riesgo de que el primer mensaje que recibas sea una foto de un pene. 

Sí, en Tinder me ha pasado. 

Una sola vez. 

Lo bloqueé y lo reporté porque no se me ocurrió un comeback inteligente, sarcástico y cool como los que salen en listas de Buzzfeed.

Mi relación amorosa con Tinder empezó en NYC en otoño de 2013. Todas las comedias románticas empiezan en otoño o primavera, we were off to a great start. Conocí a un bicho que reunía las siguientes cualidades: estaba bueno, era bello, era cardiólogo de Mt. Sinai y yo le gustaba. Hola, ciudadanía americana, voy por ti. Mi sueño de ser una señora judía del Upper East Side estaba tan cerca que I could smell the challah! 

Mucha gente cree que Tinder es para tirar y tener flings, pero yo soy testigo de que también puedes conseguir real human connections. We did. We had a connection. Nos dimos like, nos hablamos, nos conocimos en persona, nos gustamos, nos dimos los besos, nos separamos, nos importamos mutuamente un rato (aaaadivinen a quién le importó más. Pista: no fue a él), me dijo que me fuera unos meses a vivir con él mientras se calmaban las guarimbas, yo me asusté, él perdió interés y yo todavía lo stalkeo de vez en cuando para saber si sigue viviendo con la novia que conoció después de mí también en Tinder. Y vivieron felices por siempre. Fin. Tadaaaaah! Mi punto es que las historias de Tinder pueden tener finales felices, aunque no sea para mí. 

Como soy intensa y malcriada me salí de Tinder. Cuando volví se había llenado de malandros y bolichicos en Venezuela y me volví a salir hasta el año pasado en enero. Heredé un celular digno que no se poteaba y lo primero que hice fue instalarlo. Hice match con el primer tipo que le di like. Mantengo hasta el día de hoy una racha invicta en Bumble y Tinder. Todavía no le he dado like al primero que no me lo haya devuelto. Del 1-10 en la vida real soy un 8,  del 1-10 en Tinder soy un 16.  
Una vez más salimos, nos besamos, nos gustamos, me llevó a hacer brunch con sus amigas, lo llevé a un matrimonio con los míos. Tenía la voz linda y me reía que jode a pesar de no ser un tipo que se ve cómico y jodedor de entrada, hablamos todo el día, todos los días, de todas las cosas, hasta que un día no me habló más. Empezó a salir con una de sus amigas del brunch. Cuando me enteré de eso entendí y perdoné a todas las exnovias y exculos de mis amigos que me odiaban desde que me conocían. Es verdad, yo sólo era amiga de mis amigos, pero hay mujeres y hombres que no. Fui el detonante y la claridad, fui el Momento Eureka para que dos amigos dejaran de ser amigos y asumieran que se gustaban. Qué lindo, fui Cupido accidental, maldita sea todo. 

 The only thing I regret de esta conexión– epa, un momentico, sí hubo una, yo no me la imaginé... Seh, ustedes están pensando que soy una loca, pero de pana que eso pasa en la vida real, no importa si empieza en tu celular o en un bar: las conexiones y los vínculos pueden hacerse más débiles hasta que desaparecen. Un día puede gustarte mucho alguien y unos días después resulta que ya no. Me cuentan que es así, porque normalmente a mí me siguen gustando long after they stop liking me. El punto es que yo le creí cuando fue chévere, caballeroso y lindo hasta que fue un pendejo, porque se sentía real. Como dije antes de tener que aclarar que no ocurrió todo en mi cabeza, lo único de lo que me arrepiento es que no hice show. Traté de hacerlo diferente a como normalmente lo hubiera hecho para obtener un resultado diferente y no me funcionó. He debido hacer un show en vez de escribirle que si "epa, es Nina, mira me has podido decir que estabas saliendo con tu amiga en vez de desaparecer, somos adultos y paja..." He debido gritarle y arrecharme, decirle hijo de puta, traidor, decirle que qué bolas pajúo yo te llevé a beber y comer Casa Mar gratis toda la noche, imbécil, no me merecía que me vieras la cara de huevona y que me dijeras que ya no querías salir conmigo sino con una versión destalentada de mí, etc etc. Gracias a Dios tengo un blog y puedo hacer show por aquí. 

Después, una vez más, en NYC, conocí Bumble. Salí con dos tipos de Bumble en Chicago– uno de ellos muy bello y muy chévere y muy in love hasta que no estuvimos más y otro con quien no hubo tanta química pero igualito me prestó un libro que se llama Modern Romance de Aziz Anzari. Hm, es como un cosmic coincidence que un tipo que conseguiste en un dating app te preste un libro con ese título.

Tengo muchas razones para seguir en dating apps. La primera, es que creo que son buenas herramientas para la gente que se muda sola a otro país. A veces uno necesita una razón no profesional para afeitarse las piernas, pues. También siempre existe la emocionante posibilidad de que te lleven a comer a un lugar que quieres ir pero no puedes pagar o que te brinden tragos que vengan en vasos, con ramitas, pitillos y hielo y no un aguardiente que sabe a remedio para la barriga, lo que puede pagar tu presupuesto de inmigrante. Es chévere salir a conocer una ciudad como la viven quienes sí son de aquí.

También me gusta que no hay expectativas. A ver, todos sabemos que las probabilidades apuntan hacia que la vaina puede ser un desastre, entonces vamos como en un estado limítrofe entre resignación y desidia. Suena horrible, pero no lo es jajaja. Todos tenemos nuestra llamada de emergencia cuadrada, todos tenemos plan B. No sabes si vas a desperdiciar un outfit en un psycho, no sabes si va a ser aburrido, no sabes si las fotos del perfil son de hace 20 años cuando tenía pelo y podía verse los pies. Él tampoco. Quizás le recuerdes a su exesposa o a su mamá, quizás odies los gatos (hola, sí), quizás no eres ni tan flaca ni tan joven como dijiste. No sabes con qué te vas a topar, pues y eso lo hace una aventura interesante de entrada.

De todas las razones, mi favorita es que no pueden saber quien eres de antemano. A ver, en los perfiles no sale tu apellido y es como raro pedir el apellido, es un unspoken rule que si estás pidiendo el apellido es para stalkear y nadie es fan de lo que lo stalkeen. En Venezuela me pasaba que los tipos que estaban interesados podían saber todo de mí en una llamada y tres mensajes de Whatsapp. Entonces un random Boboyola que ni me conocía me podía describir como que está loca, quiere ser actriz y se agarró a Fulano. FYI: no estoy loca, ustedes son demasiado uptight. No quiero ser actriz, SOY actriz. Y no me agarré a Fulano porque el huevón estaba tan drogado que se le olvidó que estaba conmigo y me dejó en Suka, muchacho pajúo. Como estos venezolanos pajúos lo que no lo saben lo inventan terminan siendo injustos y muy básicos a la hora de describir a una mujer tan... eeeem... ¿Particular? ¿Compleja? ¿Difícil? como yo y me da arrechera que ni en las calumnias me hagan justicia. 

Nunca he salido con un tipo de Tinder o de Bumble sólo para tirar. Por más que quiera ser la Amy Schumer del subdesarrollo creo que tirar por tirar no es lo mío. Ando en una de romance y compañía. Quiero vínculos y conexiones sinceras, reales que puedan fortalecerse y crecer. Quiero estar con un hombre que pueda admirar y que me rete intelectualmente. Yo sí sé que hay hombres normales ahí, los he conocido y besado borracha en areperas, bares y carros. Yo sí creo que hay tipos que no serían un mientras tanto, yo sí creo que no tengo que conformarme con el macho latinoamericano estándar que me rodeaba en Venezuela y ahora me rodea en Colombia.

Sigo en dating apps porque soy, en el fondo una princesa de Disney de la era 2.0: soy La Tinderita. 

NI bendecida ni afortunada, tenaz y disciplinada


Empecé 2017 con nostalgia por los finales, la emoción de tener nuevas oportunidades para hacer todo lo que siempre que digo que voy a hacer (y no hago) y con 3.5 kilos de más. En las primeras fotos del viaje que hicimos, soy una sílfide desnutrida y en la última soy como un buñuelo crudo, redondita y pálida. 

¡Ah! Ya la muchacha usa referencias bogotanas. Bueno, hay que adaptarse. Mi plan era llegar flaca como una niñita desnutrida del tercer mundo, pero miren, no tengo ni la determinación ni la fuerza de voluntad de Sascha Fitness todavía. Comer brócoli cuando los demás comen hallacas debe estar penado por ley. 

¿Cuáles eran los planes al empezar el año? Los planes eran hacer dieta después del 4, que más o menos cumplí; hacer ejercicio dos veces al día, que más o menos cumplí; tomar sol, que no pude porque hacía más frío en Miami que en San Antonio; comprar libros nuevos, que no cumplí porque me compré ropita y los libros los puedo bajar piratas y también sentarme a escribir que jode, cosa que estoy empezando a cumplir hoy. Yo lo hago todo, pero en delay. Dejé de fumar 10 días, volví. Paré 12 horas, volví. La sigo cagando y no sé cómo evitarlo. Si alguien tiene algún truco extra para luchar contra mi débil voluntad, por favor, lo necesito como nunca.

A pesar de todas esas cosas, el año empezó MUY bien. Yes, mayúsculas. Pero el cuento es largo y tengo que empezar por el principio, sopórtenme. En casi cinco meses en Bogotá, lo que más he hecho ha sido stand up. En 6 años en Venezuela, desde que empecé a hacer stand up, también hice más stand up de lo que he actuado. El stand up me ha ayudado a sobrevivir en términos económicos y emocionales, mucho más que la Carrera Madre, pues, que es la actuación. Entonces, vine a Bogotá dispuesta a usarla. 

Fun facts sobre el stand up en Bogotá: hay burda de comediantes buenos, bastantes locales y muchos teatros pero para variar no hay muchas comediantes mujeres. Cuando digo que no hay muchas es que conozco a tres. Sé que hay cuatro activas en circuitos, sin contarme a mí, pero a la otra no la conozco. ¿Por qué es eso? Por lo mismo que en todas partes del mundo, porque cuando somos chiquitas no nos celebran ser divertidas, cómicas o espontáneas, nos celebran ser lindas princesas observando como los niños se divierten y echan chistes desde un rinconcito de nuestros balcones imaginarios. 

Well, fuck that shit. A mí no me lo celebraron nunca, pero igual soy comediante aparte de actriz. 

Armada con mis chistes sobre no tener tetas–a pesar de que tengo tanto tiempo haciéndolos siguen funcionando y me siguen gustando–y una versión PDF del Comedy Bible, empecé a conocer comediantes aquí que se hicieron mis amigos. Me abrieron las puertas de sus locales, de sus circuitos y de sus corazones. Jodí, me reí, conocí esposas, novias, fui mal vista por dichas novias y esposas que no saben que yo no vuelvo a salir con ningún comediante más nunca en la puta vida porque esa gente está muy loca y es muy desadaptada, hice los chistes y fui el tema. Ya varios me trataron de invitar a salir, ya a todos los mandé a la mierda, ya varios me trataron de "ofrecer trabajo" invitándome a comer a las 11 de la noche– ¿de verdad? yo de huevona tengo sólo la cara, babies– pero en líneas generales son todos amados. Por aquello de que el gremio es chiquito, mejor dicho, diminuto como el pene de un hombre que le pega a una mujer, todos nos enteramos de que Comedy Central haría un casting en enero aquí en Bogotá. 

Muchos de mis nuevos compañeritos fueron oficialmente convocados a hacer el casting, a grabar el show que iría a manos de los que mandan y de ahí se decidiría quiénes grababan su propio especial. Obviamente empecé a preguntar qué debía hacer yo para hacer ese casting. Hubiera estado dispuesta a casi todo, menos a acostarme con el productor. Paja, me hubiera acostado con quien fuera. (Atención: eso es un chiste).  

Igual, el 18 de diciembre de 2016 recibí una llamada de esas que te hace volver a la vida. El productor del casting para nuevos comediantes en Comedy Central LatAm, me convocaba a estar en el callback. Yo no lo conocía pero mis colegas de aquí le hablaron de mí. Ellos me nombraron y por ellos me contactaron. La mejor sensación del mundo es que tu trabajo sea bueno y por eso gente que apenas te conoce y que podría ni inmutarse porque eres nueva, porque no eres de aquí, porque no has hecho las cosas como se hacen aquí, te hayan recomendado. Mis colegas fueron mis champions, publicistas y PR. Najadaaaaaa. Le conté a mi familia llorando, porque es el premio más lindo por la siembra más dura y el trabajo más hijo de puta que alguien pudiera tener. 

Ellos han podido omitir mi existencia. Han podido hablar de ellos y no de mí. Han podido recomendar gente que conocían antes de conocerme a mí, pero no lo hicieron. Estoy tratando de no comparar con Venezuela, pero mi experiencia en Venezuela fue muy distinta. Muy pocos comediantes éramos solidarios con los demás. Los que son, saben que son y los extraño todos los días. 

Sí, es verdad que yo no me he calado todas las verdes *en Colombia* pero ya me calé una parte en Venezuela. A mí no me da miedo pasarla mal, porque I've been through hell en el nombre de esta profesión que amo. No le tengo miedo a trabajar y seguir trabajando hasta que algo pase. Pero sí vengo con kilometraje, pues. No soy una nuevona y creo que me merecía estar en ese callback, se los juro. 

A ver, ya yo agarré un autobús semanal por La Bandera para ir a hacer reír gente que de todas todas me iba a subestimar de entrada, ya yo dormí en moteles dos veces por semana, ya yo recibí tres dólares como pago por viajar 6 horas, hacer el mejor show de la vida y volver a viajarlas de regreso, ya yo me monté en carritos sin aire acondicionado por 3 horas hasta Valencia, ya le dijeron en Burger Bar 369 Barquisimeto al host que no me llevara para allá porque "las mujeres no son cómicas," ya me gritaron varias veces "puta" en tarima por hablar de tirar en la rutina, ya un poco hombre que se cree comediante le dijo a nuestros compañeros de trabajo que me había cogido cuando ni un beso le he dado en su puta vida, ya vi como gente mucho menos talentosa que yo es reconocida por ser soez y vulgar en un país ordinario, ya me enfrenté al machismo y la misoginia y lo seguiré haciendo con gusto, ya–creo yo–debo haber hecho aunque sea a uno menos machista, ya otra comediante le dijo al dueño de un bar que qué bolas que yo me creía cómica por ser linda, ya vi como el público se le ríe a los famosos por ser famosos y no por ser buenos, ya fracasé en tarima por insegura, por no saberlo manejar, ya me bajaron a gritos, ya pasé tres minutos sin escuchar ni una sola risita, ya probé quién soy y qué quiero ser cuando me monto en un escenario, ya hice shows en medio de la crisis profesional más heavy de mi carrera, ya usé mi corazón roto para hacerlos reír y planeo seguirlo haciendo hasta el día que deje de respirar,  ya fui enratonada de un show a otro, ya dejé de beber por tener examen al día siguiente, ya me bajé sola de la tarima a llorar a mi habitación mientras mis amigos se tomaban selfies con las groupies, ya vi como en los circuitos en Venezuela el cerrador es hombre–casi siempre–no importa si tiene menos tiempo, material y talento que tú, ya vi que el cerrador no siempre es el mejor, sino el más "famoso," ya vi como gente que no sabe hacer stand up cree que puede hacer stand up porque tiene 100 mil seguidores más que yo, ya me odió la mitad del público por decir que el baseball me aburre, ya vi como llegaba más lejos el que tuviera padrino, ya tuve problemas con mis amigos por meterlos en mi rutina sin pedir permiso (más nunca volvió a pasar), ya me han amenazado por Twitter con violarme si sigo hablando mal del gobierno chavista que arruinó mi país, ya fui percibida como The Help porque mi trabajo es ir a entretener a los que rumbean, ya yo me leí todos los libros, ya yo pasé todas las horas necesarias escribiendo chistes de mierda para escribir uno solito que fuera bueno, ya entendí que no hay atajos, ya pasé horas en vela reescribiendo y reajustando, ya hice todo lo que ha estado en mi poder, ya me olvidé de cualquier mojón mental que haya podido tener en la vida, ya me eché encima a todo el sindicato de prepagos de la patria grande de Bolívar por decir la verdad, que es que ese trabajo no dignifica, a mí no me vengan a joder... Es evidente que aquí va un etcétera. 

Todas esas cosas se pueden resumir en la respuesta que le di a un pana que ese día me preguntó: 

–¿Cómo llegaste tú ahí? 
–Echándole un cerro de bola, darling