Me gustas... ¿y qué?

Ajá... Aquí estamos, back to square 1. Donde dice punto de partida, ni siquiera tienes que buscar con cuidado. Ahí mismo estoy yo. De nuevo.

No, ya te voy a explicar. Yo sé que me las vivo echando de que sé más que todas, que sé perfectamente zamparme a alguien sin sentimientos de por medio. Que siempre juego a ser Samantha de Sex and the City. Pero ¿cómo hacemos si me volteó la tortilla? Si empecé besándote por queso y ahora quiero besarte pa´que me enamores? Si empecé besándote porque tú querías y yo no, y ahora quiero que me beses y tú nunca vas a saber por qué demonios es que lo haces? Si empezó por hacerle un favor a una amiga y terminé rogándole a Dios que tú me quisieras hacer el favorcito?
Te vas a burlar de mí? Vas a jugar a hacerte el duro? Vas a ignorarme después de esta conversación/monólogo? PLOMO. Bring. It. On. (Bitch!). No hace falta que respondas, no hace falta que me digas nada, no tienes que invitarme a salir porque te sientes obligado a hacerlo. Sencillamente necesitaba que lo supieras. ¡Ya no es igual! Antes yo te hablaba por las razones correctas (si es que alguna vez existieron), ahora quiero que me hables por todas las razones equivocadas.

-Dale, tranqui, ve a servirte otro trago. No, no, no. No te espero aquí ni medio mintuto. Esta Uva sin dignidad y yo, nos retiramos. Sí, sí, ya sé... estamos hablando.