Estimado Sr. Bardem

Buenas noches. Usted no me conoce, ni sabe quién soy, pero necesitaba hablar con usted. Tengo que reconocer que tampoco he visto su nueva película. Sí, esa. "No Country For Old Men", la que lo convirtió en ganador del Oscar. No sé si era usted merecedor de la estatuilla. Espero no tome esto a mal, pero se sabe que la Academia ha llegado a entregar premios a una actriz, actor o película que no eran necesariamente los mejores en su respectiva categoría. Dudo que éste sea el caso con usted, ya que he visto su trabajo, es usted excelente actor. Además, amo el cine español y soy española de sangre... mis abuelos eran canarios, ¿ve? (Aunque lo más cerca que he llegado a estar de España sea que bailo flamenco y me encanta la paella).

Podrá entender el orgullo que me da que haya ganado usted. Pero más que eso, sr. Bardem yo lo quería felicitar porque me devolvió la esperanza. Tengo que reconocer que lloré con su triunfo - sí, también es verdad que estoy muy sensible últimamente y ando llorando por todo-. Capaz usted ahorita no me entiende por eso déjeme explicarle lo mejor que puedo: usted nos demostró a todos que sí se puede. Usted sr. Bardem, aunque no es un hombre particularmente buenmozo, nos demostró que a punta de talento se puede llegar a vivir ese momento con el que todos los que actuamos soñamos: pararnos en el Shrine Auditorium de Los Ángeles a agradecerles a Dios, a nuestra familia, a nuestros amigos y a la Academia por ese honor.

Claro, yo entiendo que siendo hombre es diferente, ya que en la sociedad en la que vivimos la mujer ha sido objetivizada. No sé si eso es una palabra. Me refiero a que ha sido convertida en un objeto que vende por razones que no tienen nada que ver con el talento sino que las ponen en las películas porque están buenas, como dicen aquí en mi país. Derepente el hombre Javier Bardem no entienda esto, siendo novio de Penelope Cruz y eso, pero sé que el actor Javier Bardem sí.

Ahora yo le voy a decir una cosa: yo soy mujer y creo tener más talento del que tengo. Eso es malo, dirá usted. Yo sé que es malo. Pero esa creencia firme en mi gran talento y mi perseverancia (o terquedad) son las que me van a llevar a algún día a poner mi nombre debajo del suyo en los créditos finales de una película. Y más adelante, me van a llevar a poner mi nombre encima del suyo en los créditos de otra y si Dios y la Virgen quieren, puede ser que usted un día sea el que lea mi nombre en ese sobrecito y sea otra niña en algún país del mundo que no haya producido ganadores del Oscar para ese momento, la que me escriba una carta en su blog.

"Pero tú no estás buena como Penelope o como Salma," dirá usted. No Señor Bardem, pero si usted me pusiera a escoger entre estar buena y ganarme un Oscar por eso o tener talento y merecerme un Oscar por eso, yo me quedo con lo segundo. Y no se preocupe, no planeo quitarles el mérito que tiene ninguna de las dos, ojo.

Fue un placer para mí verlo esta noche montado en esa tarima. Gracias sr. Bardem por devolverme la esperanza. Estaba muy cerca de perderla. Desde el fondo de mi joven corazón le digo que espero que tenga usted el placer de verme montada ahí a mí. Hay que ser solidario, ¿no cree?