8. Para variar, I didn´t think things through

    Lo que pasa es que me acabo de dar cuenta del peo en el que me metí. Por pensar mientras me baño. No podía ser como la gente normal, que canta o lee el pote del shampoo o algo. No, yo tenía que pensar y retarme.

    Como el primer OPPD fue hace tantos meses no me acordaba de la angustia. De los nervios, ni de la ansiedad. Me acordaba solamente del sentido de accomplishment cuando llegué al día 30. No he llegado ni al 10 y ya estoy agotada. El impulso inicial fue muy sabroso, como todo en la vida. Pero es  como una relación de esas de las que casi arrancan mías: al principio todo es maravilloso y quince días después ya pido a gritos que se largue. Con este reto literario, me tarde menos de una semana. Lindo.

    Como decía, al terminar OPPD ronda 1, me sentí genial. Un mes de dormir mal y obsesionarme sirvió para algo. Rindió frutos. Tenía demasiado tiempo sin sentirme tan orgullosa de mí. Orgullosa como cuando se termina algo que te costó sangre, sudor y lágrimas. No soy mamá, pero me atrevo a decir orgullo de madre. Parí 30 criaturas de 25 líneas mínimo cada una y eso me hizo sentir demasiado bien.

    El pequeño detalle es que el recuerdo que me quedó de ese primer experimento fue sólo ése: orgullo. Accomplishment. Victoria. Logros. Culminación exitosa de lo propuesto. Aplausos para mi disciplina y tenacidad. No me acordaba de la ladilla, de la presión, de la falta de musa, de la desmotivación, del látigo bandito del que hablaba Truman Capote, del cansancio, del estrés, de la autocrítica y la capacidad que tenemos los seres humanos para humillarnos y restarle mérito a todo lo que hacemos.

    Estoy asustada e inconforme con muchas de las cosas que he escrito y anotando cualquier cosa que se me cruza como tema potencial para alguno de los días. Yo sé que voy a llegar al deadline. Pero me da miedo igual. No es un sentimiento al que esté acostumbrada y debo decir que no se siente tan mal.