El peor domingo de mi año se acabó hace 39 minutos. Te voy a contar de mi día así, porque soy una loser. Te extraño demasiado. Una de las cosas que más extraño de ti es poder contarte de mi día. Te voy a contar así porque ya no puede ser de otra manera.
Me desperté a las dos de la tarde con bolsas en los ojos y con las ojeras muy marcadas porque anoche lloré mucho. En las noches me haces más falta. Los domingos son como una noche completa.
Me lavé la cara con todas las cremas que compré el sábado pasado. Cada vez que me lavo la cara divido el precio total de las cremas del coño para sentir que they were worth it. Cada vez que me lavo la cara cuesta 100 bolos, más o menos.
Traté de hacer arepas pero no me quedaron como aquel día que las preparé para ti, un logro culinario sin precedentes en mi vida. Me las comí igual porque los adultos responsables se cuidan y comen aunque no quieran o aunque la comida sepa a mierda. Revisé Post Secret y me puse a escribir. Te extrañé tanto que cerré los ojos para que nunca te me olvides. Como buena masoquista abrí nuestra conversación en Whatsapp y me dispuse a leerla por primera vez en cuatro días. No pude. No soy lo suficientemente fuerte como para repasar lo que salió mal y mucho menos para recordar cuando todo estaba bien. Nunca cerré ese chat. Sigue ahí burlándose de cuando me hiciste feliz y me da en la madre. No he borrado tu número ni lo he visto por encimita, ni siquiera. Me da mucho miedo aprendérmelo. Me da miedo usarlo cuando haya mucha curda y poca dignidad.
Revisé mis emails. Mañana voy a ir a donde te dije la semana pasada que iba. Me llamaron en algún momento de la semana pero ya no estabas ahí para contarte. Te menté la madre por orgulloso un ratico. Me senté a armar mis chistes y me di cuenta de que en mi vida, hasta para eso eras importante. Vi el reloj y pensé que si todo estuviera bien, en ese momento hubiéramos estado pidiendo dos Sanduchef y un Sandualgo todos con papas. Un poco después estaríamos haciendo un cambio en La Guairita. Después estaríamos en tu cama. Empiernados no porque estaba tratando de acordarme de la última vez que nos empiernamos y no se me ocurrió ninguna. I guess you were like Ross and never wanted to tell me.
Decidí que tenía que ir a la peluquería porque me iba a pegar un tiro aquí encerrada. No me atendieron. Me devolví con las manos igual de feas y un potecito de pintura que compré en Locatel porque no podía ir mañana como estaba.
Quise escuchar Some nights de Fun y no me atreví. Creo que es muy reciente y me iba a pegar demasiado. Vi varios episodios de 30 Rock instead. Logré reírme varias veces y sonreír un poquito también. Me puse la crema que quita las bolsas de los ojos y busqué las poquitas fotos que tengo contigo en el celular para cancelar su efecto. No sé por qué, pero hice una justo después de la otra. Se perdieron esos reales.
Seguí escribiendo para lo de mañana. Pulí, mejoré, pregunté, pedí ayuda a gente a quien no puedo ni quiero besar. Seguí escribiendo. Abrí una hoja nueva para títulos potenciales de la novela que en algún momento terminaré. Muchos eran cursis, muchos malos. Muchos eran tu nombre y tu apellido. En dos meses lograste lo que ninguno antes de ti logró: nombre y apellido en la novela. Mezclados, porque ni bruta. Siempre te dije, señalando a mi cabeza, que no era sólo para tener el pelo bonito. Después los borré. Borré tu nombre y tu apellido de la hoja como planeo hacer pronto de mi cabeza y de mi corazón.
Volví a pensar en Sanduchef, en La Guairita, en tu cama y en las rutinas que desarrollamos para nosotros. Quizás más adelante las iba a odiar y se iban a convertir en los verdugos de nuestra relación, pero en este momento... bueno, en ese momento, no sabes cuánto las disfrutaba. Qué vaina con tu malcriadez.
Cerré los ojos para pensar en tu sonrisa un rato. Es mi parte favorita de ti. Era. Mala mía seguir escribiendo en presente. Tú sonreías en mi cabeza y yo lloraba de nuevo porque ahí era el único lugar donde volvería a verte sonreír. Me dije que tengo que aprender a quien querer. No puede ser que sea tan rápido. ¿Cómo hacen para dejarme tantos meses pensando que son como el rock en pepas cuando verdaderamente son unos inmaduros/locos/orgullosos/ratas/desconsiderados/egoístas/insertealgoaquí? Me dolió; bueno, me ha dolido toda la semana, ver que no eras la excepción sino que viniste a confirmar la regla. Te quiero tanto todavía que me da arrechera. Pero eso es porque yo soy loca. Ya se me pasará. El quererte, no la locura.
Te quiero, en serio. No sabes cuánto. Te quiero tanto y más de lo que te dije y demostré que te quería.
Traté de ver los Emmys. Muy mala suerte, Warner no me dejó quitarle el doblaje. Me rehusé a verlos así y volví a la tarea de prepararme para mañana. Siento que tu ayuda hubiera sido invaluable. Siento que no estés conmigo y que no podamos dominguear más. Cada vez que el celular suena le pido a Dios que seas tú. Y después me arrepiento. Como buena mujer en mi imaginación eso ha pasado mil veces. He respondido de mil maneras diferentes. La conversación imaginaria a veces tiene un buen final. Otras, uno malo. Y después me duele cuando veo que no eres, te detesto cuando no eres y a la vez te quiero y necesito más. Llenaste mis domingos de cosas muy buenas y estoy tratando de perdonarte por habérmelas quitado.
How was your day?
me recuerdas tantas cosas.
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