Me arreché porque EL James no lo sabe hacer y yo creo que puedo hacerlo mejor. Éste es el primer capítulo de una cosa que no es más que un ejercicio. Un recreo divertido de la novela que estoy escribiendo. ¿La gente quiere tensión sexual y romance? A la gente hay que darle lo que quiere. EL James trató de darles eso y a algunas les sirvió. Yo no me conformo con personajes bidimensionales y libros sin historia.
¡En el nombre de la literatura, aquí voy! ¡A por la tensión sexual, el romance y a por la sustancia! THIS IS SPARTAAAAAAAA!
Capítulo 1
“Si no me contratan después de esto, cuelgo el título y me guindo
a llorar,” pensé mientras preparaba la tercera jarra de café del día.
La galería donde estaba haciendo mi pasantía, siempre callada y
sobria, hoy estaba en caos. Hacía tres meses nos habían seleccionado para
organizar la exposición de una colección importantísima de Cruz Diez y nadie
había dormido en las últimas 36 horas. El Maestro era el único que no se
estresaba. Claro, el Maestro no era un pasante subpagado.
“Chechi, ¿y el café?” gritó mi jefe desde su oficina. Mi nombre es
Cecilia, pero todo el mundo me dice Chechi. Pensé que en la oficina me
llamarían Cecilia, porque de eso se trata la adultez, ¿no? ¡No! Desde que
escuchó a Vanessa mi mejor amiga gritar “Cheeeeechi, saaaaaaal” un día que me
fue a buscar, empezó a decirme así.
Se le debía reconocer que, después de mí, era el que más había
trabajado en la oficina. Él sabía que se jugaba la reputación de su galería y
yo, me estaba jugando un quince y último. Nosotros sí teníamos mucho que
perder. La noche tenía que salir perfecta, no era mucho pedir.
“Se está haciendo, dame un minutico, Rafa”. Rafael era tan bello, que no podía si no ser
gay. Muy masculino, pero gay al fin. El día que entré a su oficina a
entrevistarme casi me desmayo. Yo siempre he dicho que lo supe disimular muy
bien. Él me chalequea siempre; dice fui demasiado obvia y evidente.
Una vez que se hizo el café, le serví una taza y se lo llevé a su
oficina. Mis referencias del mundo laboral eran escasas, pero mi trabajo no se
parecía nada a The Devil Wears Prada, cosa
que agradecía todos los días.
—¿Cómo vamos Chechi?
—Vamos bien. No hay nada más que tocar de la exposición, que eso
era lo que más me estresaba. La gente viene a ver arte, no a comer.
—Tan ingenua mi pasante, más cuchi... Tengo tres meses
diciéndotelo. De la gente que viene a las inauguraciones menos del 1% viene a
comprar. Casi todos vienen a farandulear y comer gratis, especialmente cuando
es Cruz Diez. Aquí la gente va a hablar del outfit
de Titina y a perseguir al mesonero para que le sirva más curda gratis.
—¡Cuánto pesimismo! Vamos bien. Las cajas de vino y de prosecco
llegaron ayer. Los mesoneros y cocineros llegaron hace media hora, están
vistiendo las mesas y las sillas en este momento. Casa Mar nos regaló dos mesas
y 16 sillas más, asumo que porque es Cruz Diez. El DJ que mezcla antes de
Titina llega a las 5:30. En lo que terminen monto yo los centros de mesa. Después de eso, hay que sentarse a esperar que lleguen las
300 personas que invitamos. Menos mal que hay jardín, porque no hubiéramos
cabido.
—Bueno, no creo que nadie llegue puntual a las seis. Espero que no llegue nadie puntual a las
seis.
—Hemos trabajado como unos burros para esto, todo va a salir bien,
ya vas a ver.
—Te creo, Chechi. Te creo.
Dios escuchó a Rafael y nadie llegó
puntual. Rafael y el Maestro dieron sus palabras de bienvenida frente a 50
peronas y pico. Todos los demás vinieron tarde y a tomar. Se presentaron casi
todos los 300 invitados y como 50 que no lo eran. Nunca se acabó el vino, ni el
hielo y no les importó cuando se acabaron los pasapalos. Ese día Rafael me
paseó por todas partes. Me presentó mucha gente y le habló bien de mí a casi
todos. Si no me contrataba fija, lo declarábamos loco. Le entregué mi tarjeta a
todo el mundo, aunque no me la pidieran. Se vendieron dos cuadros por una
cantidad que para mí sonaba absurda. No porque Cruz Diez no los valiera, si no
porque era ilógico para mí que alguien pudiera gastar 50.000 Bs en una noche.
¡En dos cuadros! Tener sueldo de pasante te hace pensar en el dinero de una
manera distinta.
A las diez de la noche, ya no podía más
con los tacones. Caminé por el pasillo central de la exposición porque era la
manera más rápida de llegar a la escalera de caracol que daba a las oficinas.
Miraba los cuadros por encima, es verdad, pero estaba feliz de estar ahí. De
repente, al final de uno de los pasillos a mi derecha, una silueta.
“Chamo, ¡qué nalgas! A juro tiene que
ser gay”, me dije mientras me le acercaba. La profesional que quería ser estaba
yendo a atenderlo, a darle mi tarjeta o tratar de venderle el cuadro. La mujer
que de verdad era, estaba yendo a verle las nalgas más cerca.
“Buenas noches, ¿le puedo ayudar en
algo?” pregunté un poco antes de pararme al lado de él. Lo que pensé fue
distinto: “¡qué falsa suenas, Chechi!”
“No, muchas gracias,” me dijo sonriendo.
La sonrisa me hizo revivir el
cuasidesmayo de hacía seis meses, cuando entré a la oficina del hombre bello
que se convertiría en mi jefe. El hombre que me miraba a los ojos ahora, que
tenía el culo perfecto, que estaba en el pasillo de la galería, en mi trabajo,
me estaba derritiendo y era muuuucho más bello que Rafael. “Di algo, animalita.
Lo que sea,” pensé. Había que disimular y yo no sabía cómo.
-Yo soy Cecilia, trabajo aquí. Cualquier cosa que necesite, aquí
está mi tarjeta.
-No me trates de usted, Chechi.
-Jajaja—me reí porque estaba nerviosa—¿cómo sabes que me dicen
Chechi?—pronuncié la s con ganas, porque algo en el estómago me hizo querer obedecerlo.
-Porque le pregunté a Rafael quién era la chama que daba vueltas
por todo el jardín. Sabes disimular cuando se te hunden los tacones en la grama
y eso me parece un súper talento.
-Jajaja
Chechi, por Cristo, deja
de reirte como una pendeja y di algo.
—Jajaja. Bueno, años de práctica. ¿Cómo te llamas tú?—estiró la
mano y agarró la mía.
—Yo soy Daniel Maguan. Como ya te dije, pregunté quién eras en lo
que te vi. Eres muy linda y tu jefe me dijo que eras muy inteligente. Mira cómo
es la vida que cuando te vi me puse de tarea salir de aquí con tu teléfono y
vienes tú a dármelo sin saberlo—sostuvo la tarjeta en sus manos, celebrando su
pequeña victoria.
—De haber sabido que tenías un plan para pedirme el teléfono, no
te doy la tarjeta.
—No te la voy a devolver.
—No te la estaba pidiendo, sería muy mal educada.
—¿Qué vas a hacer ahorita? Son las diez de la noche y estamos en
Los Palos Grandes. Algo debe estar abierto…
—Estoy trabajando y no me puedo ir hasta que se vaya todo el
mundo.
—Tu jefe es amigo mío y tú debes saber quién soy. Tengo cómo
convencerlo de que me deje sacarte a pasear. La pregunta es, ¿cómo te convenzo
a ti?—dio un paso lento hacia mí y vi al piso a ver si tenía que agacharme a
recoger las pantaletas.
—No me vas a convencer, no me voy a ir temprano. Nos voy a ahorrar
esta peleíta. Yo soy demasiado terca, no hay manera de que me vaya antes.
—OK, pero…
—Déjame hablar—hice una pausa más larga de lo que debía para
sentir que podía controlar algo—no hay manera de que me vaya antes, pero esto
se acaba a las doce. Si me esperas hasta las doce podemos ir a tomarnos algo o
a comer arepas. ¿O es muy tarde para ti?
—¡Tengo treinta años, no cincuenta!
—Ok. Yo tengo que seguir trabajando. Te dejo aquí, por favor, no
te robes nada.
—Jajajaja. Tranquila que Rafael sabe donde vivo. Nos vemos a las
doce Chechi—dio un paso más, me quitó el pelo de la oreja y se agachó un poco
hasta que su boca rozó mi oreja.
Muérdeme o algo, por
favor.
—Sabes que cuando estés caminando lejos de mí voy a verte el culo,
¿no?
Es aquí. Es aquí donde
demuestras que eres una mujer y no una pendeja. Él va pendiente y tú también.
Sé valiente porque ser una cobarde no te ha servido para nada.
—¿Sabes que yo te lo vi primero?
—Ay, Chechi. Nos vemos a las doce.
Interesante habría que seguir leyendo la historia. Por cierto la mejor opinión que he leido acerca de 50 shades of grey es la tuya, que absurdo vicio de ese libro, para que al final te des cuenta que son una cagada de libro. Saludos
ResponderEliminarJajajajajajajajaja coño, muero por más.
ResponderEliminar"muerdeme, o algo" <3
ResponderEliminar"Tu jefe es amigo mío y tú debes saber quién soy. Tengo cómo convencerlo de que me deje sacarte a pasear. La pregunta es, ¿cómo te convenzo a ti?—dio un paso lento hacia mí y vi al piso a ver si tenía que agacharme a recoger las pantaletas."
ResponderEliminarUna completo Juacata (como mi blog) para ti y esta respuesta.
Dani tiene pinta de Dr. Grey...
A por más capítulos !