martes, 4 de diciembre de 2012

El ruido de las lochas al caer

La locha de la adultez cae como un balde de agua fría cuando menos la esperas. 

Durante el último año ignoré muchas de las señales. Ignoré el paulatino ascenso del número de cremas que me pongo. Ignoré el hecho de tener y cumplir responsabilidades fiscales. Ignoré las conversaciones de adultos con mi mamá y mi papá. Ignoré mi obsesión con el protector solar. Ignoré el hecho de que ahora cuido mi cuerpo como cuidé y sigo cuidando mi mente. Ignoré que muchos viernes preferí quedarme leyendo. Ignoré el hecho de que dejé de trasnocharme todas las veces que al día siguiente tenía que pararme temprano. 

A la adultez se llega poco a poco pero una se entera de coñazo. 

Hubo tres eventos claves en este chapuzón. El primero ocurrió hace un mes aproximadamente. Estaba a punto de salir a jugar al panel en Érika Tipo 11. Ya estaba vestida, con la cartera en una mano y el celular en la otra. Sí, en mi casa es el único sitio que ando con el celular en la mano sin que me dé miedo. Me desvíe. Se abrió la puerta del ascensor y me vi. "Hmmmm... yo no puedo salir así," pensé. Dejé la sala y atravesé la cocina. Saqué la motherfucking plancha y la prendí por primera vez en mi vida. Planché la chaqueta como si supiera lo que estaba haciendo. Me acordé de mi Tita y de mi mamá. Siempre planchan las mangas y el cuello primero. Las imité con torpeza. Seguí planchando y de repente tuve que parar. "MARICA PLANCHASTE. Bueno, no... Marica, ¡estás planchando!" me grité. ¿Cuándo en la vida este trainwreck de la imagen hubiera planchado una media, ah? Fue un scary eye opener. Fue tan scary como sabroso. 

El segundo evento ocurrió hoy en la mañana. Me paré a las ocho de la mañana sin despertador. 

El tercer hint pasó hace un par de horas. Llegué muerta de hambre a mi casa después de haber estado en la calle todo el día. No esperé que mi mamá llegara a la casa. No llamé a Javier para ver donde estaban. Ni levanté el teléfono para llamar a los chinos o al sushi. I got busy cooking my own food. Cociné with actual fire y no quemé nada. Ni la casa, ni la comida ni a mí. Cociné más que Zucaritas. Hice salmón y ensalada. No tuve que preguntar cuándo había que voltear la rueda de salmón. No me soporto. 

Me gusta ser una tipa grande. Me gusta ser una mujer. Me gusta ser esta mujer. Con tal de que se me dé permiso para inmadurear cada vez que no tenga que pararme temprano, vamos bien. 

5 comentarios:

  1. Muy bien! el tiempo no perdona!

    Lo que quizás te toca quitar del lateral de tu blog, encima del correo, es la aclaratoria "Cualquier cosita, menos solicitud de recetas"

    ResponderEliminar
  2. Nunca es tarde para independizarse.


    Besos

    ResponderEliminar
  3. Claro que puedes "inmadurear" todo lo que quieras excepto en las cosas que tú decidas que hay que actuar maduro. Claro! que te puedes levantar tarde todos los días excepto en lo que decidas levantarte temprano...claro que sí! ;-)

    ResponderEliminar
  4. Yo estoy bastante reñida con todo lo que guarda relación la madurez, la adultez, lo que se supone que debemos hacer a tal edad.

    Pero sí, lo queramos o no, vamos adquiriendo responsabilidades, nos vamos acostumbrando y al final vemos que es positivo.

    Claro, siempre podemos mentepollear un rato, yo lo hago a diario y no pienso dejar de hacerlo.

    ResponderEliminar
  5. ¡Carajo, es así! :)

    Yo también me siento ya "gente grande"

    ResponderEliminar