El 5 de marzo de 2013 se murió un presidente venezolano que se llamaba Hugo Chávez. Ustedes no lo conocieron ni lo han escuchado nombrar porque fue una parte tan oscura de nuestra historia que a nadie le gusta repetirla. Es como He Who Must Not Be Named de Harry Potter. No hay escuelas con su nombre porque no hizo nada por la educación. No hay estadios porque tampoco hizo nada por el deporte. No hay mucho en los libros de historia tampoco, porque es muy reciente y la verdad es que nos da pena. Nos da lástima haberlo dejado ser tan malo por tantos años.
Con vergüenza, les admito y reconozco que lo único que hice por meses fue Twitter chistecitos en su contra. Me quejé de que nadie hacía nada y yo, con mi nada y mis pulgares, aplastaba la Constitución igual. No defendí mi derecho de arrecharme ni de protestar. Esperé que muchos hicieran porque lo poco que yo había hecho en años anteriores me había cansado mucho. Me dejé joder y no estoy orgullosa de eso.
Cuando yo tenía su edad podía salir a la calle a jugar. Si yo hubiera tenido a sus papás un poco más joven, ellos no hubieran podido salir a jugar nunca a la calle. A mí mi abuela me llevaba en mi cochechito a los parques cerca de La Casona. Yo no me hubiera atrevido a pasear a ninguno de mis hijos en cochecito en ese momento. La verdad es que las cosas empezaron a cambiar para bien en Venezuela cuando sus papás ya no querían jugar conmigo. Los catorce años que Chávez mandó, nos hicieron mucho daño. Esto es para ustedes, las niñas: catorce años con un hombre que amas es poco. Catorce horas con un hombre que te odia, es demasiado. El legado que a mí siempre me pareció más grave, fue el de dividirnos. Cuando yo era chiquita, todos jugábamos juntos. Cuando yo era adolescente, la gente en la calle a veces me miraba feo si ese día me tocaba irme en metro. Cuando ya era grande, la gente me insultaba sólo porque mi papá y mi mamá trabajaron muy duro para comprarse unos carros y una casa.
Hay algo que sí le agradezco: él fue el que nos hizo darnos cuenta de que había otro país. Otra realidad que nosotros ignorábamos. Pero no era mi culpa que la gente más pudiente y los políticos se hayan hecho los pendejos y no hayan hecho nada para ayudar a los que vivían en los barrios. ¿Ven todas esas montaás? Antes, ahí había casitas muy humildes donde vivía la gente más pobre. Ahora Venezuela está mejor y todas esas personas han podido ir comprando poquito a poquito su apartamento. Como hicieron mis abuelos, como hicieron mis papás, como hice yo. Pero volviendo al tema, no era mi culpa que los grandes no se hubieran dado cuenta de que había que ayudar a esa gente. Yo veía los barrios y recuerdo que me parecían muy bonitos, porque las lucecitas de noche brillaban y brincaban por toda la moñtaña, como un pesebre. No podía saber que ahí la gente pasaba tanto trabajo. Chávez señaló esa miseria, volteó la tortilla y convirtió el hambre en rencor.
Cuando yo era chiquita peleaba con mi mamá porque siempre quería escuchar noticias. Siempre noticias. Noticias a toda hora. Durante mi adolescencia... vamos a no hablar de mi adolescencia que fue insufrible. Cuando entré a la universidad, promulgaron una ley para regular los contenidos de los medios. En algunas cosas fue muy buena, empezó a sonar más música hecha por venezolanos. Me enamoré de varias bandas de rock, que si bien no eran unos prodigios musicales y no perduraron en el tiempo, a mí me gustaban mucho. Poco a poco en las radios y en la tele había menos noticias. Poco a poco había menos libertad para comentarlas. Las agresiones a los periodistas y las trabas a todos los canales de información, eran cada vez más frecuentes. Y después empecé a hacer radio. Hice radio por muchos años. A la radio, le debo mi carrera actoral. Pasé de pelear con mi mamá porque eran sólo noticias a morirme por darlas. A morirme por dar mi opinión y tener que morderme la lengua por tener que cuidar mi trabajo. Ya estaba grande y necesitaba dinero. Es de lo único que me arrepiento y eso que una vez tuve el pelo morado. No podías decir mucho. La libertad de expresión y la libertad de información prácticamente no existían sino en Internet. Opinar con miedo es la cosa más horrible que me ha pasado en la vida y tuve que hacerlo mil veces.
Lo peor era que todo el mundo podía irrespetar tu opinión y te podía maltratar por eso. Los insultos que salían de la boca de Chávez y sus seguidores eran terribles. El odio que destilaba y que inevitablemente contagiaría, era vergonzoso. Todos nos contagiamos. Yo odié a Chávez muchos años, que pena. Ya lo perdoné, pero siempre pienso en todas las cosas malas que me hacía sentir. En Twitter nos decíamos barbaridades sólo porque algunos querían a Chávez y otros no. No sé si es a pesar de todos estos años no puedo ser objetiva, pero creo que ellos eran mucho más hirientes que nosotros. No como ahorita, que todos podemos decir lo que pensamos, siempre y cuando se diga en el tono correcto sin agredir. ¿Vieron que feo como hablé de ellos y nosotros? Menos mal que eso ya no nos pasa.
Chávez también usaba nuestro dinero para lo que él quería. Para hacer campañas electorales sucias, para comprar votos, para viajar por todas partes, para regalarlo a otros países, para comprarse relojes carísimos... para todo menos para lo que debía. Irrespetó muchas elecciones y metió presos a hombres y mujeres valiosísimos. Presos hubo por cualquier cosa. Si a él no le convenía o no le gustaba lo que decías, podías ir preso. ¿Saben Afiuni y Simonovis? Claro, mis nietos son muy cultos. Ellos casi, casi no lo logran. Pero la vida es justa. Para los ateos, los protestantes, los católicos, los judíos: la justicia es igual siempre. Siempre llega. Ambos tuvieron cuentos muy feos, ambos sufrieron mucho. Después lograron salir y miren que todo resultó bien.
Chávez fue un ladrón en ese y en otros sentidos. Hacía una cosa que se llamaba "expropiar". Arruinó la capacidad productiva del país. Agarraba terrenos, fincas, fábricas y edificios que tenían dueño, decía que eran improductivos y que no estaban haciendo nada con eso y se los daba al Estado. El Estado en esos años era lo mismo que el gobierno, porque nosotros nos dejamos. El Estado hacía desastres. No terminaba las construcciones, dañaba las fábricas, echaba a perder todo y dejaba que en las fincas el área cultivada se llenaran de maleza y se murieran todos los animalitos.
No supo manejar nuestras reservas inmensas y malgastó todos nuestros recursos por poner, por ejemplo, la planta del Guri en manos de gente que no sabía qué era lo que tenía que hacer. ¿Pueden creer que una vez le dijo a todo el país que los cortes de luz eran culpa de una iguana? No se rían, es en serio. Creo que dijo que eran las iguanas las que se comían los cables o algo así, no me acuerdo bien. Chávez era un gran mentiroso. Otro día les cuento otras que dijo–y que la gente le creyó–van a pensar que son chistes.
Nunca pudimos ganarle una elección porque a pesar de todo, mucha gente lo quería mucho. Gente que era pobre o gente que había sido pobre pero haciendo negocios con él se hizo rica. Se murió de cáncer, sufrió mucho. Ya les dije, a cada quien le toca lo que se merece. Si se siembran papas no puedes esperar cambures, ¿no?
Después de Chávez vinieron años muy duros, pero pasaron rápido porque en las elecciones de abril de 2013 todos escogimos bien. Su abuelo casi termina siendo Henrique Capriles Radonski. Sí, es en serio. Estábamos muy enamorados pero un político y una actriz no pegaba mucho. El gran amor de su vida siempre fue Venezuela y yo venía de segunda y tuve que dejarlo ser. Hay mujeres que se hubieran conformado con ser la segunda, pero su abuelita era demasiado egoísta para eso. Pasamos unos pocos meses juntos antes de que asumiera la presidencia. Después de ahí, conservamos una gran amistad hasta el día que se murió. Tu abuelo le tenía unos celos horribles, no le digan que yo les conté.
Pero bueno, el quesillo debe estar listo. ¿Quién quiere?
Qué cosa más clarividente, más llena de verdad, de (buena) rabia y de esperanza. Con tgente como tú, que seguro que habrá muchos, Venexuela no está perdida. El futuro tampoco. JULIO NÉSTOR.
ResponderEliminarCaramba, siento "les fautes de frappe". Es que los años me tienen los dedos y la vista un poco tocados. Sobre todo, cuando algo me toca el corazón y se me acelera el pulso... JULIO NÉSTOR
ResponderEliminarBien dicho.
ResponderEliminarY por aca su indigena preferido seguia sus pasos.
ResponderEliminarBesos
Definitivamente brillante. Particularmente dos partes, 1. "No defendí mi derecho de arrecharme ni de protestar. Esperé que muchos hicieran porque lo poco que yo había hecho en años anteriores me había cansado mucho. Me dejé joder y no estoy orgullosa de eso." y 2. el final con Henrique Capriles Radonski de Presidente.
ResponderEliminarQue cuchi, me encantó la última parte.
ResponderEliminarQue cuchi, me encantó la última parte.
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