Estoy fully aware and conscious por primera vez en 48 horas. Tengo amigdalitis y me tumbó como nunca nada me había tumbado en mi vida. He comido mucho helado, eso es bueno. Le huyo al agua y a las pastillas y a la comida en general porque tengo la garganta tan hinchada que tragar es un trauma.
El fin de semana me paró un tipo que no me había parado en cinco años. Me paró por 24 horas. Fue chévere. No, fue más que chévere. Fue muy fino. Fue concretar un crush y emocionarme un pelo, fue tener esperanza. Fue especialmente importante porque resulta que sí, que sí puedo gustarle a hombres que no sean patanes.
Cuando me dejó de parar fue un foso. Me negué a que me doliera y no lloré. Ergo, somatizo y amigdalitis. Fuck it! Bring the ice cream and the antibiotics oooon!
Hay ciertos factores que creo que influyeron en su decisión de dejar de pararme tan rápido como empezó. Tengo una lista de conjeturas a las que he llegado después de años y años de práctica.
Les da miedo terminar en el blog Sin embargo, creo que les debería dar más miedo ser unos assholes y por eso terminar en el blog. O sea, da miedo ser objeto noticioso pero no da miedo andar por la vida haciéndole daño a la gente. Es un dilema interesante del cual todos podríamos salir beneficiados. ¿Se entiende? O sea, no vayas a portarte como un huevón y no terminas en el puto blog, men. No es tan pelúo.
Insisto para que a nadie le quede dudas: para no terminar en el blog puedes hacer dos cosas. Ser una buena persona o ser un nulo. Hmmm. No está mal, ¿verdad? A los que pasaron, no es problema mío que no lo pudieran deducir. A los que pasarán, ya saben.
Lo bueno de enfermarse tan gravemente es que no te queda mucho tiempo de pensar en otra cosa que no sea en lo mal que te sientes y en cuándo te vas a curar. Hoy, con el primer rayito de lucidez, no pensé en él ni en las ganas que tenía de hablar con él. Pensé en las ganas de hablar de él, pero ya suficiente daño hizo.
Me está volviendo la fiebre.
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