Hace siete años compré el último libro de Harry Potter en la librería Nacho del CC Boleíta Center. La semana anterior había visto un cartelito que decía que lo iban a tener. Le rogué a la vendedora que me dejara pagarlo por adelantado para asegurar que hubiera el día que iba a llegar. Le insistí, le dije que se los pagaba y después ella me diera el libro pero que me iba a morir si se acababan. Me juró por Harry Potter que no se iban a acabar. Me fui ansiosa, pero bueno, me había jurado por Harry Potter.
El día anterior me había ido a rumbear no sé a dónde. Me mandé una de mis borracheras épicas pero como a las cuatro me fui, bomba de humo. A las diez de la mañana abría la tienda. Puse el despertador a las 9:50 AM porque de verdad vivía tan cerca del lugar que era ridículo. Me cepillé los dientes, me puse un sostén y salí corriendo. Llegué sin frenar ni una vez la Terios verde que en ese momento me llevaba a todas partes que yo quería ir y algunas que ni tanto.
Corrí desde el estacionamiento hasta la tienda y se me aguaron los ojos desde el pasillo cuando vi el display gigante en pirámide tipo Barnes and Nobles. It was here. Ella no había mentido, sí los tenían y no hizo falta que me guardara uno. La gente caminaba sin prestarle atención, no entraban a la tienda, no había cola, nadie estaba alborotado, emocionado, ansioso, experimentando la mayor de las alegrías y la peor de las tristezas a la vez. "¿Qué les pasa? ¿No tienen alma acaso?" quise gritarles.
Mi cabeza ordenó avanzar hacia la pirámide, pasito a pasito. Ni un Avada Kedavra me hubiera podido parar. Cargué uno, lo olí y lo abracé. No sé si alguien me miraba. Fueron veinte segundos de la mejor de las sensaciones. Yo me abracé a un libro que me iba a salvar cada vez que se lo pidiera. Hasta el sol de hoy, Harry Potter es mi mejor refugio, mi mejor tabla, mi mejor salvavidas. Nos rencontramos después de la espera, la angustia y el paso inexorable del tiempo. En dos años una niña puede cambiar mucho. Puede, por ejemplo, no ser una niña ya. Yo sabía que había cambiado yo, no sabía cuánto iba a cambiar él.
Caminé hacia la caja sudando frío. No pude contenerme y tuve que abrir el libro en la última página. ¿Se muere? "Dios mío, por favor que no se muera. Mata a alguien cercano a mí en la vida real, pero no lo mates a él," reconozco ahora que pensé. NO SE MUERE. Harry Potter no se muere. "AAAAAAHHHHHHH," grité en medio de la tienda. Todos los disociados que fueron a buscar otros libros que no eran Harry Potter, voltearon a verme. Me contuve y no les grité "no se muereeeeee, no se muereeeee." Había perdido demasiadas personas ya. Nunca me hubiera recuperado de la muerte de Harry, estoy segura. Como no me he recuperado de las muertes Sirius, Dobby, Hedwig y Dumbledore, por ejemplo.
Me leí el libro en un poquito menos de diez horas. Lloré, intermitentemente, desde la primera página hasta la última. En la primera por ser la primera y en la última por ser la última. Me hice almuerzo y cena sin parar de leer, recorrí toda mi casa, me estiré y me encogí en posición fetal, grité y me desgarré con ellos, sobreviví, me enorgullecí de su crecimiento, madurez, selflessness y madurez, rompí a llorar, releí incrédula, repasé libros anteriores en mi cabeza...
No he vuelto a tener una experiencia literaria tan profunda como esa desde ese primer día. Sigo buscando un libro que me mueva y me cambie y me rompa y me pegue de nuevo como ese, pero no lo he conseguido.
Por eso, siempre hemos sido y siempre seremos tú y yo, Harry Potter. Always.
Sé como te sientes...me paso lo mismo...no podía parar de leer. Y aún hoy, no hay libro que me produzca mayor cantidad de emociones. Historias que me conmuevan tanto. Mi esposo, que es fanático también a veces no entiende mi pasión por todo lo que tiene que ver con Harry Potter. Only a potterhead can know how it feels!! Muero de ganas por ir a Wizgarding World of Harry Potter... Sé que lo voy a amar..., i know it deep in my heart.
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