Estoy en un brindis en un destination wedding. Viajé para
ver a mi amiga casarse y tengo un vestido plateadito que tiene como una capita
lila en las tetas y no tiene espalda.
Por primera vez en mi vida, me puse un vestido sin sostén y tengo miedo de
estar plin toda la noche. Es paja, me compré como unos Le Bra con relleno para
que haya algo que ver hasta que alguien me quite el sostén y se decepcione, as
usual.
Estoy en the best shape of my life. Hago pole y tres días
antes de venirme para acá hice un cleanse de jugos que me terminó de quitar
hasta la dermis. Puedo contarme los cuadritos, bendito sea el Venezuelan Pole
Institute. Pasé tres semanas recorriendo tiendas de diseñadoras venezolanas
caché para poder conseguir el vestido perfecto. Finalmente me compré dos. Uno
para hoy, otro para mañana. Tuve que mandar a arreglar uno de los vestidos y no
me quedó bien. Casi lloro de la arrechera, después de tanta planificación.
Rescaté un vestido morado bello que era de mi tía hace veinte años y que me
ponía todo el tiempo cuando empecé a tener matrimonios, espero que ya a la gente se le haya olvidado
que I wore it all the time.
Estoy hablando con mi mejor amigo y nuestros amigos. Me puse
de espalda a la entrada, para no pasar toda la noche zoomed out of
conversations por estar revisando si llegó. Esta posición es una lucha contra
todas mis células. Mis células quieren verlo (y besarlo), pero me obligo a ser
digna for as long as I can. Si no me conociera bien diría que estoy obsesionada
con este hombre, pero me conozco bien: lo que estoy es enamorada como una
tarada. No se lo merece and yet, love is not about merits, even though it
should be.
Llegó. No me enteré porque me volteara, aplausos para mí, me
enteré porque cuando llegó todos me lo gritaron. “¿Está lejos?” les pregunté.
“No tanto,” me respondió M. Lo que viene nadie me lo cree, pero no tengo por
qué mentir en esto. Sentí que me vio y
yo me volteé, porque en algún momento estuvimos así de conectados. Apparently,
we still were. Iba a contar hasta 100 para voltearme pero sentí que él me vio
antes y pude contar sólo hasta 58. Efectivamente, no estaba tan cerca. Sólo que
he saw me among the crowd.
Esta parte no me la creo ni yo, pero lo relato as accurately
as I can and exactly like I remember it porque fue un momento de fairy tale
para mí. Fue un día para creer en Walt Disney, fue un día para dejar de
subestimar el poder indetenible del amor como lo sentimos y como nos lo
contaron. Ese segundo y la conversación posterior que nunca escribiré acá, made it all worth it.
Cuando nos vimos, él empezó a caminar hacia mí. Seh, yo
tampoco podía creerlo. Nuestra relación estaba tan fracturada, tan mal, nuestro
final había sido tan terrible para mí y él había sido tan cruel, que I could
not believe he was walking towards me. No me dejó de ver a los ojos en su
recorrido. Matarte de hambre tres días sin masticar para que al final, lo que
importe sean los ojos, ¿quién lo diría? “Bueno, ya yo viajé hasta acá, let him
walk hacia mí, no joda,” pensé. La parte increíble es esta: una mano invisible,
una energía universal, sheer force of nature me empujó para que empezara a
caminar hacia él. Mi cabeza pensó que no, mi cuerpo no lo hizo solo. Yo no
quería, yo iba a ser digna y coherente. Yo no me iba a mover. No me quería
mover. En contra de mi voluntad, el universo me empujó hasta él. He had that
much power over me and over the universe.
And then…
Nos vimos y me dijo algo, que estaba muy linda o algo. Yo le
dije algo de vuelta, que él no estaba mal tampoco. Lo verdaderamente importante
aquí es lo que pensé.
“I remembered him taller,” pensé.
Vamos a sobreanalizar y dissect that word. Por años de mi
vida, demasiados años de mi vida, de hecho, yo pensé que el sol y las nubes
nacieron para que él tuviera un planeta donde vivir. Por demasiados años gasté
saldo y energía en comunicarme con él a la hora que él pudiera. Por demasiados
años, de-ma-sia-dos años, conté todo el cuento y amé profundamente ser amada
por un hombre como él. Es el que más he querido, pero el que menos he llorado
porque me hacía sentir estúpida. Nuestra relación era de hechos, no de títulos.
Llorar sin el título me hacía sentir más pendeja. Yo pasé horas y horas,
releyendo emails y escribiendo los mejores emails del mundo. Mentira, los
mejores emails eran los suyos. De sus decenas de virtudes, sus correos
encabezaban la lista. Cualquiera se hubiera enamorado de sus correos, tengo
amigos que los leyeron y lo certifican. Hitler hubiera echado para atrás sus
planes y se hubiera montado las perlas y el delantal después de leer un correo
de este hombre, ¿entienden? No era una pajúa, sólo estaba enamorada. Lo
admirada y lo quería. Perdón, lo quería porque lo admiraba. Desde el segundo
que dejaba de ocuparme la mente mi audición, mi mente la ocupaba él. Creí que
él era la luna y el sol juntos, que todas las estrellas brillaban sólo para
nosotros. Me hacía reír y pensar, me hacía querer ser mejor. Estar mejor. Me
hacía querer irme de aquí, cuando todavía este país era vivible. Todo eso
cuando yo era virgen, coño. He never pushed, he never expected, demanded or
forced me. Tuvimos mucho más de lo que
pensé que íbamos a tener. I traveled the world por él. No con él. Por él. Los
dos dimos, los dos tomamos. Como iguales. Nos queríamos muchísimo, yo más
obviamente, pero nos respetábamos igual. Él fue alpha y omega. Él fue el día y
la noche. La vida y la muerte
Todo esto para entender que él fue todas esas cosas, pero
que al final when thick becomes thin, I remembered him taller. Le dije que se
veía bien, pero lo recordaba más alto. Porque en algún momento lo puse en un
pedestal y siempre lo veía para arriba. Lo imaginaba mejor, lo imaginaba más
sexy, más hot… Lo recuerdo como mucho más de lo que fue, ¿ven? Los hombres de
los que me enamoro terminan teniendo toditicos su caída, gracias al Altísimo. I
hyped it, le puse todas estas cualidades que quizás no tenía, me acordaba de él
como me lo inventé cuando lo quise. En este momento, después de todo, después
de tooooodo, lo vi y si bien sentí cosas como nervios y maripositas y por
primera vez desde que nos conocemos, I felt aroused and turned on (ay, jódanse
tengo 29 años en el siglo XXI), I remembered him taller, que me parece una gran
metáfora para las cualidades que inventamos y asignamos a los hombres que nos
hacen felices. Los recordamos mejores de lo que son, los agrandamos y nos
creemos el mojón que nos metemos nosotras mismas de que son inteligentes,
simpáticos, talentosos, cómicos, disciplinados o la cualidad que sea importante
para cada una.
No termino de entender, como dice Christina Yang, que he is
not the sun. I am.
Hoy estoy llorando por un pendejo que creí que era bueno.
Eso es todo, esa era su gran virtud. Su gran cualidad. Ser bueno. Como ven,
quizás me he puesto menos exigente. El problema es que ha demostrado una y otra
y otra y mil veces más ser malo. Ha demostrado ser cruel, insensitive and just
mean. Ha demostrado ser incapaz de tener consideraciones mínimas conmigo,
después de que fue bueno una vez ha sido consistentemente malo. Ser bueno una
vez, no te hace bueno. En mi primera relación de “grande” fui una pendeja que
no di nada. En todas las demás he dado demasiado. Sí, es posible dar demasiado
y a este pajúo no le voy a dar más. No voy a ser más paciente, ni entregada, ni
conforme. Ya fue. Ya hice. Ya aguanté. Ya.
Haber sido una pendeja hasta este momento, no significa que
voy a seguir siéndolo.
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