sábado, 10 de octubre de 2015

I remembered him taller

Estoy en un brindis en un destination wedding. Viajé para ver a mi amiga casarse y tengo un vestido plateadito que tiene como una capita lila  en las tetas y no tiene espalda. Por primera vez en mi vida, me puse un vestido sin sostén y tengo miedo de estar plin toda la noche. Es paja, me compré como unos Le Bra con relleno para que haya algo que ver hasta que alguien me quite el sostén y se decepcione, as usual.

Estoy en the best shape of my life. Hago pole y tres días antes de venirme para acá hice un cleanse de jugos que me terminó de quitar hasta la dermis. Puedo contarme los cuadritos, bendito sea el Venezuelan Pole Institute. Pasé tres semanas recorriendo tiendas de diseñadoras venezolanas caché para poder conseguir el vestido perfecto. Finalmente me compré dos. Uno para hoy, otro para mañana. Tuve que mandar a arreglar uno de los vestidos y no me quedó bien. Casi lloro de la arrechera, después de tanta planificación. Rescaté un vestido morado bello que era de mi tía hace veinte años y que me ponía todo el tiempo cuando empecé a tener matrimonios,  espero que ya a la gente se le haya olvidado que I wore it all the time.

Estoy hablando con mi mejor amigo y nuestros amigos. Me puse de espalda a la entrada, para no pasar toda la noche zoomed out of conversations por estar revisando si llegó. Esta posición es una lucha contra todas mis células. Mis células quieren verlo (y besarlo), pero me obligo a ser digna for as long as I can. Si no me conociera bien diría que estoy obsesionada con este hombre, pero me conozco bien: lo que estoy es enamorada como una tarada. No se lo merece and yet, love is not about merits, even though it should be.

Llegó. No me enteré porque me volteara, aplausos para mí, me enteré porque cuando llegó todos me lo gritaron. “¿Está lejos?” les pregunté. “No tanto,” me respondió M. Lo que viene nadie me lo cree, pero no tengo por qué mentir en esto.  Sentí que me vio y yo me volteé, porque en algún momento estuvimos así de conectados. Apparently, we still were. Iba a contar hasta 100 para voltearme pero sentí que él me vio antes y pude contar sólo hasta 58. Efectivamente, no estaba tan cerca. Sólo que he saw me among the crowd.

Esta parte no me la creo ni yo, pero lo relato as accurately as I can and exactly like I remember it porque fue un momento de fairy tale para mí. Fue un día para creer en Walt Disney, fue un día para dejar de subestimar el poder indetenible del amor como lo sentimos y como nos lo contaron. Ese segundo y la conversación posterior que nunca escribiré acá,  made it all worth it.

Cuando nos vimos, él empezó a caminar hacia mí. Seh, yo tampoco podía creerlo. Nuestra relación estaba tan fracturada, tan mal, nuestro final había sido tan terrible para mí y él había sido tan cruel, que I could not believe he was walking towards me. No me dejó de ver a los ojos en su recorrido. Matarte de hambre tres días sin masticar para que al final, lo que importe sean los ojos, ¿quién lo diría? “Bueno, ya yo viajé hasta acá, let him walk hacia mí, no joda,” pensé. La parte increíble es esta: una mano invisible, una energía universal, sheer force of nature me empujó para que empezara a caminar hacia él. Mi cabeza pensó que no, mi cuerpo no lo hizo solo. Yo no quería, yo iba a ser digna y coherente. Yo no me iba a mover. No me quería mover. En contra de mi voluntad, el universo me empujó hasta él. He had that much power over me and over the universe.

And then…

Nos vimos y me dijo algo, que estaba muy linda o algo. Yo le dije algo de vuelta, que él no estaba mal tampoco. Lo verdaderamente importante aquí es lo que pensé.

“I remembered him taller,” pensé.

Vamos a sobreanalizar y dissect that word. Por años de mi vida, demasiados años de mi vida, de hecho, yo pensé que el sol y las nubes nacieron para que él tuviera un planeta donde vivir. Por demasiados años gasté saldo y energía en comunicarme con él a la hora que él pudiera. Por demasiados años, de-ma-sia-dos años, conté todo el cuento y amé profundamente ser amada por un hombre como él. Es el que más he querido, pero el que menos he llorado porque me hacía sentir estúpida. Nuestra relación era de hechos, no de títulos. Llorar sin el título me hacía sentir más pendeja. Yo pasé horas y horas, releyendo emails y escribiendo los mejores emails del mundo. Mentira, los mejores emails eran los suyos. De sus decenas de virtudes, sus correos encabezaban la lista. Cualquiera se hubiera enamorado de sus correos, tengo amigos que los leyeron y lo certifican. Hitler hubiera echado para atrás sus planes y se hubiera montado las perlas y el delantal después de leer un correo de este hombre, ¿entienden? No era una pajúa, sólo estaba enamorada. Lo admirada y lo quería. Perdón, lo quería porque lo admiraba. Desde el segundo que dejaba de ocuparme la mente mi audición, mi mente la ocupaba él. Creí que él era la luna y el sol juntos, que todas las estrellas brillaban sólo para nosotros. Me hacía reír y pensar, me hacía querer ser mejor. Estar mejor. Me hacía querer irme de aquí, cuando todavía este país era vivible. Todo eso cuando yo era virgen, coño. He never pushed, he never expected, demanded or forced me.  Tuvimos mucho más de lo que pensé que íbamos a tener. I traveled the world por él. No con él. Por él. Los dos dimos, los dos tomamos. Como iguales. Nos queríamos muchísimo, yo más obviamente, pero nos respetábamos igual. Él fue alpha y omega. Él fue el día y la noche. La vida y la muerte

Todo esto para entender que él fue todas esas cosas, pero que al final when thick becomes thin, I remembered him taller. Le dije que se veía bien, pero lo recordaba más alto. Porque en algún momento lo puse en un pedestal y siempre lo veía para arriba. Lo imaginaba mejor, lo imaginaba más sexy, más hot… Lo recuerdo como mucho más de lo que fue, ¿ven? Los hombres de los que me enamoro terminan teniendo toditicos su caída, gracias al Altísimo. I hyped it, le puse todas estas cualidades que quizás no tenía, me acordaba de él como me lo inventé cuando lo quise. En este momento, después de todo, después de tooooodo, lo vi y si bien sentí cosas como nervios y maripositas y por primera vez desde que nos conocemos, I felt aroused and turned on (ay, jódanse tengo 29 años en el siglo XXI), I remembered him taller, que me parece una gran metáfora para las cualidades que inventamos y asignamos a los hombres que nos hacen felices. Los recordamos mejores de lo que son, los agrandamos y nos creemos el mojón que nos metemos nosotras mismas de que son inteligentes, simpáticos, talentosos, cómicos, disciplinados o la cualidad que sea importante para cada una.

No termino de entender, como dice Christina Yang, que he is not the sun. I am.

Hoy estoy llorando por un pendejo que creí que era bueno. Eso es todo, esa era su gran virtud. Su gran cualidad. Ser bueno. Como ven, quizás me he puesto menos exigente. El problema es que ha demostrado una y otra y otra y mil veces más ser malo. Ha demostrado ser cruel, insensitive and just mean. Ha demostrado ser incapaz de tener consideraciones mínimas conmigo, después de que fue bueno una vez ha sido consistentemente malo. Ser bueno una vez, no te hace bueno. En mi primera relación de “grande” fui una pendeja que no di nada. En todas las demás he dado demasiado. Sí, es posible dar demasiado y a este pajúo no le voy a dar más. No voy a ser más paciente, ni entregada, ni conforme. Ya fue. Ya hice. Ya aguanté. Ya.

Haber sido una pendeja hasta este momento, no significa que voy a seguir siéndolo.


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