Eres un estúpido.
Sí, tú. Antes, no salías en el blog. Ahora, sales y no sales bien. Imagínate mi arrechera cuando después de todos esos pistones me siento a hablar con una tipa a la que resulta que también le estás cayendo y a la que invitaste a salir el sábado pasado. El hecho de que yo te haya dicho que no quiero salir contigo no significa que tú puedas andar diciéndole a otras para salir, coño.
Yo soy como una niñita. El hecho de que yo no quiera jugar con mi juguete no significa que pueda venir otra pajúa a jugar y mucho menos sin mi permiso. Y mucho menos me gustó tener que sentarme enfrente de la jeva y hablarle bien de ti. Porque esa es la verdad. La verdad es que no tengo nada malo que decir. Después de 10 años, de que jodiste a mi amiga y que nunca logramos concretar nada serio, yo no tengo nada malo que decir.
Quiero hacerlo, pero estaría hablando paja y yo no soy habla paja.
Verte me descolocó porque te portaste muy mal y muy bien. Te portaste como siempre fuiste pero más grande. Somos grandes, ya no somos unos adolescentes ladillas. Que ladilla. Crecer, pues, es una ladilla.
Yo soy más estúpida que tú. Por creer que la nostalgia significa cosas y por creer que con las ganas se llega lejos. Por dejar que verte tres veces me pusiera a pensar y a acordarme de cuando era chévere salir contigo. No significa nada, de bolas que tú puedes agarrar y llamar y salir y pasear con quien tú quieras. Lo que me dio arrechera fue enterarme y tener que venderte como si nunca hubiera pasado nada. Como si no hubiera sido importante y como si no hubiera revisado mi celular compulsivamente esperando una llamada tuya después de la última vez que nos vimos.
Todo es muy estúpido, ya. No pasó nada.
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