Me botaron de Hot, pero terminé en el panel de Érika Tipo 11. Con lo de Hot, aprendí que nadie es imprescindible y que las ambiciones, decisiones, egos e intereses de los demás tienen efectos y repercusiones en mi vida. No todo depende de mí and I have made my peace with that. Aprendí que todo puede cambiar en el momento menos esperado. Aprendí a más nunca confiarme. Aprendí a no dar nada por sentado. Aprendí que tus amigos del trabajo, son del trabajo. Muchos de ellos van a pulir el puñal antes de clavártelo en la espalda como una leve cortesía, pero ya. Aprendí que tengo suerte, porque hice dos amigas que conocí en el trabajo pero van a estar ahí siempre. Aprendí que hay un día que tienes que dejar de llorar y obligarte a pararte de la cama a echarle bolas. Aprendí que el hecho de que no quieras pararte de la cama significa que eso es exactamente lo que tienes que hacer. Aprendí que las ganas de llorar son controlables. Aprendí que el fracaso y la derrota son pasos imprescindibles para la victoria.
En Érika Tipo 11 aprendí que para ser un household name, nada puede escapar de tu control. Aprendí que tengo que estar pendiente de todo, que tengo que trabajar y partirme el culo, que tengo que defenderme con diplomacia, que tengo que no tomármelo personal, que tengo que ser responsable y puntual, que tengo que llevarme bien con quien produce, con quien limpia y con quien maquilla (eso ya lo había aprendido en el Mater, pero nunca está de más recordarlo), que tengo que decicarle muuuuchas horas a escribir buenos chistes, que tengo que entender que a veces esas horas rendirán pésimos chistes, porque es humor y no matemática y no puedo autoflagelarme tanto porque un chiste--o todos--fue malo y que cuando uno quiere algo tiene que buscarlo. Lo mejor que aprendí es que hay que jugar para el equipo. Si ellos tienen mejores chistes, tienes que lanzarles la pelota para que ellos la bateen. Aprendí que hay dos tipos de mujeres: las que se vuelven mierda cuando tienen hijos y las que se convierten en unas mamis después de parir. Si yo llegara a tener hijos, quiero ser como las segundas.
Hice mucho ejercicio. Me creé la disciplina, me convertí en una adicta a las endorfinas, me gustaron los resultados. Ví como el cuerpo me cambió y de pana me siento súper cómoda. Amé que el hecho de hacer ejercicio me diera la libertad que quiero y necesito para tragar sin remordimiento.
Me metí en pole dance porque sabía que iba a ser buena y no me equivoqué. Aprendí que mi intuición es demasiado buena y siempre debo escucharla. Aprendí que bailar siempre debe ser parte de mí. En un tubo, en la sala, en una barra de ballet, en la regadera y bajo la lluvia. Hay que reconstruir el autoestima poco a poco, fue absolutamente a propósito.
No me enamoré porque sabía que no podía, pero me sigo equivocando. Aprendí que a veces hay que hacer las cosas solamente porque puedes. Otras veces hay que hacerlas solamente porque quieres. Me sigo equivocando con él y voy a dejar de hacerlo el día que quiera. No será tarde. Es un error que es bueno para mí. Aprendí que cuando no tengo hombres rondando, soy mil veces más productiva. Aprendí que no hace falta ser novia de alguien para sentir genuino cariño. Aprendí que no me voy a conformar. Aprendí que cuando quiero, soy buena. Aprendí que ser mala con quien fue malo contigo es una obligación. Aprendí que seguir besando a alguien solamente porque siempre lo has hecho es una pésima idea y dejar ir eso te da una sensación de libertad y de plenitud sólo comparable con el día que Chávez pierda unas elecciones (o se muera).
Dejé de tomar un mes. Aprendí que cuando de verdad me propongo algo, puedo lograrlo. Aprendí que mis vicios y mis defectos son tan grandes como yo los pinte. Aprendí que mi mente es mucho más fuerte que yo.
Bloggeé poco pero escribí mucho. Aprendí que puedo controlar mis musas. No necesito tener un peo encima para escribir bien. Aprendí que me encanta aprender y por eso seré para siempre la niña de los cursos y los diplomados. Aprendí que soy buena dialoguista. Aprendí que sé conmover sin tener que recurrir a actuar. Puedo hacerlo escribiendo también. Aprendí que EL James es la escritora que no quiero ser nunca. Aprendí que puedo escribir ficción. Aprendí que puedo construir personajes femeninos fuertes sin hacerlos exactamente iguales a mí. Aprendí que eso me genera alivio.
Hice mucho stand up. Aprendí que me gusta tanto hacer reír como hacer pensar. Aprendí que mi miedo es más pequeño que la tarima. Aprendí que sí puedo, cuando no me autojodo. Aprendí que no puedo ir tan rápido y que tengo que respirar.
Actué en muchos cortos. Aprendí que la promesa más importante es la que te haces a ti. Y que you have to keep it, no matter what. Aprendí que necesito trabajar en mis picos. Aprendí que lo que más necesito mejorar es la manera de llegar con la carga emocional de la escena 3 a la escena 4 aunque la 3 se haya grabado hace tres días. Aprendí que debo trabajar en hacer emocionalmente lineal un cortometraje que no se grabó así.
Planché una chaqueta. Cociné un salmón. Aprendí que ser una mujer es chévere y que no soy vieja.