En los últimos meses he levantado tipos. Hombres han estado genuinamente en sacarme a comer o sacarme de donde esté al Montaña Suites. Yo estoy en una fase muy Quiero Comer y Después Que Me Digan Que Soy Inteligente y Linda, pero igual it works wonders para la autoestima saber que alguien quiere meterte.
Claro, ya no soy la gordita deprimida y que somatizaba con pepas en la cara del año pasado.
¿De qué me doy cuenta con los tipos levantados? De varias cosas. La primera es que los carajos verdaderamente arrechos de esta país o se fueron o se casaron ya. La segunda es que todos, sí, todos, son machistas en mayor o menor grado.
Ellos pueden desaparecerse varios días sin escribir y es que están ocupados, pero si tú lo haces es que estás portándote mal. Ellos pueden tener varios culos en paralelo, pero a la que se le medio ocurra responder el Whatsapp de otro huevón es rolo de puta. Ellos pueden hablar de sus sentimientos y son sensibles e interesantes, pero si tú lo haces eres una loca enrollada. Ellos pueden abrazar y besar a sus amigas, recostarle la cara en las tetas y son amigables y leales, si yo me le guindo encima a un pana como un monito porque me emociona verlo me le estoy regalando (regalándome a un tipo a quien si me hubiera querido agarrar, ya me lo hubiera agarrado, pero fuck it). Si una mujer cambia un pañal en la calle y da tetero es una mamá, si ellos cambian un pañal es un graaaaan papá.
No me la calo, chico. Me preocupa que en este país retrógado la gente reniega del feminismo porque les da miedo o ignoran que el feminismo es sobre igualdad. No es que las mujeres seamos mejores, es que merecemos igualdad de condiciones. Que por el mismo trabajo nos paguen igual, que nos consideren de la misma manera, que nos den las mismas oportunidades y que no dejen de contratarnos porque tenemos úteros. Es complejo y sé que la patria tiene otros problemas más graves, pero you know what I mean.
Claro que nosotras no nos ayudamos. Este fin de semana conocí a una chama que le pidió plata al novio para irse a maquillar. El novio le dio plata. Después llamó al novio y le dijo que no le gustaba el maquillaje para el vestido que tenía para la ocasión, que si podía comprarse otro. El novio le dijo que sí. Perdón, pero ¿qué es esta mariquera de que un novio pasa una mesada para tus gastos? Obviamente si el carajo es millonario y tú eres pasante de cajón que es mejor que él te invite a los planes que su bolsillo permita, pero esa huevonada de que te paga la peluquería es impensable para mí. Es tu pelo y tu cara, no la suya. No eres ni su hija ni su esposa, pues.
¿Alguien más entiende que en vez de LAVARSE LA PUTA CARA, la chama SE COMPRÓ OTRO VESTIDO con plata que no es suya? De repente esto no tiene nada que ver con machismo, pero sí con chulismo. El chulismo es una enfermedad del bolsillo, la dignidad y la t-o-t-o-n-a –yo no digo esas palabras porque soy del Mater. Bueno obviamente lo digo porque esa caraja está pagando evidentemente por el vestido pero en especias.
Nos educaron para ni sacar la cartera en los dates y se cagaron en enseñarnos que si eres económicamente independiente de tu pareja, también lo serás emocionalmente y la devastación de que te deje de querer (y de mantener) será menos traumática. No estoy siendo pesimista, estoy hablando de las miles de mujeres que dejaron de trabajar por huevonas y tuvieron que volver después de viejas por divorciadas.
Claro, al final me quejo de todas estas cosas y sigo estando jodida. De repente en 15 años me fastidiaré de pelear contra el sistema y por agotamiento me casaré con un huevón que se arreche cuando le pida que se pare a buscar las servilletas, no sé. Ayer finalmente aprendí que no se puede decir nunca, nunca. Por ahora, busco en Amazon franelas con citas cool sobre el feminismo que no puedo pagar y bloggeo mariqueras como si fuera la gran ensayista del feminismo latinoamericano.
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