¡Putearé este día comercial, impráctico, atravesado e inútil hasta como las tres de la tarde que alguno de los bichos de Bumble con los que estoy hablando me diga para hacer algo y entonces ahí sí será un día increíbleeeeeeee para ser románticos, porque all you need is loooove y así validaré mi existencia!
La Perfecta, una blogger de mi época, decía: "Diciembre me pone como Candy Candy, puta y melancólica." Así me pone Valentine's Day a mí. Me pone además muy hater, más hater de lo normal. Me pone a pensar en lo que me ha pasado y en lo que quiero que me pase. Me acuerdo de todos los tipos que me han gustado por esta fecha y busco en mi cabeza el momento exacto, el segundo que supe que no funcionaría. Me acuerdo de él, de ti, de ellos. Reviso conversaciones viejas de Whatsapp con hombres que me han amado y yo he querido, con hombres que nunca me quisieron aunque dijeran lo contrario, con hombres que me gustaron y me hicieron creer que yo les gustaba y después se me desaparecieron. Básicamente, este Día (infame) del Amor y la Amistad es un puto viernes, porque eso es lo que hago los viernes. Buscar evidencia en chats viejos de que alguna vez fui importante para alguien. Me pregunto todo lo que hubiera pasado y me imagino posibles escenarios. Vuelo a la realidad y me consigo, una vez más, blogging my feelings away.
Las únicas que odiamos este día somos las que no tenemos con quien celebrarlo. He odiado este día todos los años, menos uno. A ver, hagamos un recuento de los últimos:
2016: hice un post de solterona chévere para redes. Recibí un regalito de Only Fit que fue maravilloso. Me frustré un porquito porque un bicho de Tinder se me acababa de desaparecer y puteé hasta a los pajaritos que cantaban ese día.
2015: me gustaba burda un bicho que era el más patán de los patanes, a ver, perdón, es taaaan patán que nunca he hablado de él aquí porque me da pena conmigo. Lo conocí en 2014 que todos sabemos que fue el peor año de mi vida y por eso me excuso y refugio en el hecho de que estaba muy mal y por eso me gustó ese mamahuevo. Estaba ensayando full entonces no fue tan grave no salir. Hice un post cualquier vaina en Instagram que funcionó.
2014: estaba llorando por the one who got away. Le ofrecí todo el amor que sólo una mujer tan intensa como yo puede ofrecer y no lo quiso. Además estaba gorda y tenía pepas. Todo mal.
2013: todavía fumaba y estaba llegando de Costa Rica. Era flaca... No, no sólo era flaca, estaba muy buena, entonces no importaba nada.
2012: no me acuerdo.
2011: no me acuerdo.
2010: no me acuero.
2009: ya estudiaba con Elia, nothing else mattered.
2008: acababa de terminar con el Anticristo. No exagero cuando digo que fue el peor Valentine's de mi vida, por aquello del espiral hasta la autodestrucción, las lágrimas de sangre y las ganas de morir.
2007: quién sabe.
2006: menos.
2005: borracha en alguna parte, cuando todavía tenía amigas en Venezuela y hacíamos planes.
2004: who the fudge knows?
2003: AJÁ.
Toda esta lista la hice para llegar hasta aquí. El año 2003, fue el año que me gradué del colegio, entré a la universidad y fue el primer y único Día del Amor que he pasado con novio en mi vida. Pongamos que tengo 16 años saliendo y conociendo gente. Tengo 16 años teniendo "criterio" (jaaaaaa) para hacer estas cosas de adulto, de tener noviecitos y eso. En 16 años sólo he celebrado un Valentine's enamorada de alguien y siendo el objeto de enamoramiento del otro. En 16 años, sólo he sido correspondida una vez durante estas fechas que quiero odiar de verdad con toda mi alma, pero no lo logro.
Me acuerdo de que me regaló unas flores increíbles, una carta que me hizo llorar desde la primera línea y un peluche de Piolín abrazando un coraz... jajajajaa, se cagaron, ¿no? No soy marginal y él tampoco era. El peluche era como de un tigrito bebé y le puso su perfume. Ese olor es tan poderoso en mi memoria que mi amígdala cerebral lo reconoce de una no importa donde esté. He olido ese perfume en Caracas, Bogotá, Nueva York, Miami y Chicago y siempre, aunque han pasado más de diez años, logra ponerme nostálgica.
Ese peluche es evidencia y testigo de que todo pasa. Yo soy un ejemplo andante de que todo pasa, créalo o no. Algunos años después, cuando ese hombre y yo terminamos definitivamente y cambió lo que siempre pensé que mi vida iba a ser (y lo que yo quería que fuera) ese peluche fue estrujado, apretado, asfixiado, lanzado contra la pared y vuelto a abrazar una y otra vez por 347 noches. Fue mi peluche de lágrimas, porque me aferré a él y le lloré encima sin exagerar por todas esas noches seguidas, sin break, sin pausa, sin respiro, sin alivio y sin consuelo. Ahora no me acuerdo cómo se llamaba el tigrito del coño, pero fue tan importante para mí. Como mi relación, terminó en la basura cuando el primero de enero de 2009 decidí perder la esperanza y poco a poco mis lágrimas se llevaron con ellas el amor inmenso que sentía por ese hombre que me marcó la vida para siempre. Cuando vi Toy Story 3, comparé el final del oso morado que era el malo en la guardería con el destino del pobre tigrito, no se lo merecía.
Esa noche celebramos yendo a cenar sushi en Las Cúpulas y dándonos los besos en el carro, como la adolescente virgen que era. Nunca más he estado enamorada como estuve enamorada de él. Si hay una sola cosa de la que me arrepiento es no haber sido más madura porque admito con vergüenza que en esa primera fase de nuestra relación, todavía era una carajita muy acomplejada, insegura y no sabía como demostrarle todo el amor que le tenía. De vez en cuando, me dejaba ser yo y amarlo con la fuerza de mil soles. Eran momentos, sólo momentos, de bajar la guardia. He debido darle todo en todos los momentos. Demostrarle toooodo el amor que le tenía cada segundo. Ese amor que sentí por muchos años más y casi me mata. He debido hacerle entender que yo me hubiera muerto por él. Hasta hace ocho años, me hubiera muerto por él. Como casi me mata, me imagino que lo sabe. Me arrepiento de no haberle dado todo y haberle demostrado día tras día que lo amaba como a nadie más he vuelto a amar. Tenía 17 años y jugaba a ser demasiado arrechita para el amor. No me entregué, no le dije sin vergüenza todo lo que sentía por él, no fue careless or free. Me protegí demasiado y cuidé las apariencias por aquello de no demostrar tanto.
Ahora, a los 31, ya no me ando con esa mariquera. Ya entendí que cuando amas, hay que amar con todo. El juego es lindo y chévere y disimular es rico durante la conquista. Pero en lo que me enamoro, me entrego. No me interesa disimularlo más, ni esconderlo más, ni cuidarme más. Si no lo doy todo, me arrepiento. Ahí es cuando me arrepiento y paso meses sin dormir. Esa lección no se me olvidará nunca.
"I loved you. I should have told you. I thought you knew."
El año antepasado estaba en el friendzone de un cabrón y por casualidades de la vida vi una película en la que Aubrey Plaza le decía eso al final de la peli al mejor amigo, cuando ya estaba yendo a buscar a la prota para declararle su amor incondicional en un marriage plot más o menos cómico. Me prometí a mí misma nunca más ser esa mujer. La que pudo hacer o decir algo antes, pero se le hizo tarde. No quiero que sea muy tarde para mí, nunca más. La posibilidad de ser un nosotros con el hombre correcto me emociona y creo que es algo que genuinamente quiero en mi futuro. Haré todo lo que tenga que hacer para lograrlo.
El año pasado fui a cenar thai con una amiga en NYC y había un quote en el restaurante con el que me sentí demasiado identificada.
Obviamente lo digo por lo de cocinar. Ja.
Es así como decidí vivir mi vida después de haber privado al hombre que amaba de mi amor. Creo que pocas veces cometí ese error y me prometo no volver a cometerlo más nunca. No es justo para mí, porque de verdad termino como Ariana Dumbledore "the magic turned inward and drove her mad." Estoy crazy enough sin agregar eso, de pana. Entonces, mi plan es salir a la calle a ser carelessm wreckless and stupid para poder venir para acá a bloggear sobre corazones rotos que se curan, porque siempre nos curamos.
Este post es para nosotras, las de los corazones ya no tan rotos, para las optimistas y para las que vamos por la vida con el corazón en la mano, buscando a quién dárselo. Mientras tanto, beban y tiren. Besitos.
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