Venezuela está llena de juzgadores profesionales. Yo durante la ronda de preguntas del Miss Venezuela soy una de ellas. Bueno, era, porquee llegó el Profesor Briceño y nos la puso peluíiiiiiisima a todos.
La juzgadora profesional de ayer era una señora de copete. Me vio de arriba a abajo, dos veces. La primera vez se detuvo en el tobillo izquierdo. En la segunda, dejó los ojos en el brazo derecho. Tengo morados en ambos lugares. "Pobrecita," la escuché pensar.
Lo que dije: buenas tardes, ¿qué piso?
Lo que pensé: no, señora, no es violencia doméstica ni me volví loca con 50 Shades of Grey, es que me metí en clases de pole dance.
Este año ha sido de ejercicio, que viene como la coletilla de un impulso que arrancó el año pasado y como complemento o fase de Involúcrate 2012 (everything must be done giving 100% y todo aquello). El pole dance ha sido sólo una arista, pero en lo que va de año he trotado y he hecho Insanity, TRX, ballet, pesas en mi casa, planchas antes de entrar al stand up, etc. El único que me ha dejado morados ha sido el pole dance. Por cierto, no puedes decirle tubos. Le puedes decir tubos si te pagan por bailar en uno, pero pole dance si tienes que pagar para sacarte morados tratando de bailar como esas a quienes les pagan por hacerlo.
Me tenía que organizar antes y no lo hice, mala mía. Las excusas eran las de siempre y otras fabricadas en casa. La flojera, la falta de tiempo, la lluvia, que no tenía zapatos adecuados, que la mosca se paró en el vaso y hay que lavarlo, que los gimnasios son caros, que iría pero Twitter está demasiado divertido, que una página más se convierte en 100 y demás clichés.
Las propias eran mejores. Yo no necesito hacer ejercicio para estar buena porque soy inteligente y talentosa. Yo no necesito hacer ejercicio porque me gusto como soy. Yo no voy a hacer ejercicio porque me termino convirtiendo en una tipa burda de Pura Retórica, cual concierto de Black Eyed Peas, fuegos artificiales por todas partes, cero sustancia... Ser inteligente es que fabricas excusas que suenan inteligentes y profundas, pero siguen siendo excusas.
Cuando se acaban las excusas, se acaban los problemas de self-perception. Todos los pantalones me quedan grandes, no tengo casi barriga, respiro mejor, duermo un pelo mejor también, tengo más energía, me siento fuerte por fuera y por dentro, los problemas se van un ratico, siento como los hombres en la calle me miran diferente, el culo se levantó, la celulitis se fue, mis brazos son, y lo digo echonetísima porque son mi orgullo, arrechísimos. Con morados y todo.
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