Uva Sin Cigarros Es Igual A La Rancel: Delincuente Juvenil Mode

Una noche cualquiera. De vodkas, birras y rones. Normal pues. Peita, pero normal. Perfecta se ríe sola, MdlA se quiere pegar un tiro porque si sus amigas valencianas la hubieran visto con esta patética excusa de delincuente, esa niña no pisa un yate en Morrocoy más nunca.

Al fondo, suena el motor del carro destartalado y hecho mierda de un tipo que me grita "puta" (you might just be right, pelabola) después de imitar muy bien (es decir, que parecía una mujer) el baile del Mater enfrente de full gente que se burlaba de él en los pepitos.

Yo: señor guardia/cajero de la Texaco: a qué hora abre?
Señor Cara de Culo: a las 5. Y son las 4 y 53. Se tiene que esperar.
Mi cabeza: señor tómese un trago, con ese malhumor le va a dar algo.
Yo: no se preocupe, yo espero.

Yo: señor son las 5.
Señor Cara de Culo: sí, pero me da flojera abrir.
Yo: señor, pero necesito un cigarro para vivir!
Señor Cara de Culo: pues entonces muérase, señorita.
Yo: así es la vaina? Bring it on, bitch.

Resulta ser que el gran método state-of-the-art-security-system de la bomba de la Texaco es el cartel amarillo de "Precaución, Piso Mojado." En cinco empujones, había logrado que el cartel se moviera de su lugar y exigí que me vendiera una caja de Belmont. Porque ese era el horario y en este país hay que trabajar, si queremos echar pa´lante.

- Señorita, le he dicho mil veces que no le voy a vender.
- Y yo le he dicho mil veces que no me voy de aquí hasta que no me venda.
- Ah, no me vas a vender?
- No.
- Está bien. Pues yo, entonces, me robo tus panelitas de San Joaquín.

El señor no me entendía. Y sé que quien lea tampoco. En el mostrador, había una cesta con una edición para ricos de panelitas de San Joaquín. Digo que era para ricos porque a) no estaban balanceándose, b) la cestica era muy linda, c) el papel parecía ser más resistente y d) decían "light."

Metí todas las panelitas que cabían en mi cartera y me fui con Perfecta cagada de la risa de un brazo y MdlA con una bolsa en la cabeza (por si acaso) del otro a comprar cigarros más caros en una arepera. Sí, señor. Métame presa. Me robé sus panelitas! Y qué?