-Buenas tardes señor, ¿tiene radares?
-¿De qué tipo, señorita?
-De los más importantes.
-Un momentico, ya reviso.
El señor se dio la vuelta y empezó a caminar. Se movía lentamente pero con gracia por los pasillos. Yo esperaba ansiosa en el mostrador y mientras esperaba su retorno, me puse a curiosear. Tornillos para locas había de todos los tamaños. Soluciones para frenar lágrimas, aceites para lubricar manos que no hayan sido agarradas por más de una semana, uno más fuerte para el mes, otro para los tres meses y así hasta llegar al año. También vi llaves de cruz, me imagino que para apretar las tuercas. Del lado derecho había lijas para las asperezas, para quienes de verdad quieren trabajar en la relación que tienen.
Había destornilladores, para esos tercos que no entienden que para llegar a estar locamente enamorados hay que estar un poco locos primero. Algunos eléctricos para los casos más difíciles, como matemáticos, ingenieros y científicos en general. Vi cemento para llenar los huecos que el alcohol no puede tapar. Cascos y botas de seguridad para los que apenas empiezan la adolescencia, el mínimo equipo con el que se debe salir a la calle si uno está buscando enamorarse. Colgaban del techo miles de metros de cable, para quienes quieren amarrarse a alguien y sofocarlo como una tragavenado. El cable, siempre he creído, es para quienes no conocen la naturaleza libre del amor. Había metros y metros de bubblewrap, para los días ociosos, envolver los corazones y ser feliz en general.
En un estante había resortes como los que usaba para jugar cuando era chiquita, pero estos no eran con los colores del arcoiris ni venían en forma de estrella. Eran resortes más anchos y más largos que los del colchón, para quienes necesitan impulso y ayuda con la recuperación. Después estaba el mostrador de los martillos. Martillos discretos para dañar dedos o asesinar celulares en tiempos de tentación, martillos más pesados para clavar los nuevos clavos y martillos acolchonados para quienes no dejan de pensar en esa persona que dejaron ir.
En la última repisa hay tapones para quienes no están listos para escuchar música. Hay Pega Loca para los nudillos de quienes atentaron contra una pared o la puerta de un closet al saberse traicionados. Hay cristales para, de vez en cuando, ver a quienes amamos como son en vez de verlos superiores porque los amamos. Hay aisladores y reguladores de voltaje para el primer chispazo loco de electricidad. Hay químicos que adormecen o erradican las maripositas.
-Señorita, de su talla no me queda.
-Señor, es importantísimo. No puedo seguir así. No puedo seguir fijándome en los que no son.
-Lo puedo encargar por usted, vuelva en dos semanas. Aquí hasta se lo instalamos sin costo alguno, ofrecemos el servicio completo. Mientras tanto trate de no salir de su casa, puede que una vez que venga sea muy tarde y ya haya conocido a alguien.
-Perfecto.
Había llegado casi a la puerta.
-Oiga, ¡señorita!
-Dígame
-No es barato, ¿oyó?
-No importa, pago lo que sea por tener criterio y ser capaz de discernir.