Queridos directores de casting, directores, cortometrajistas, productores y afines:
Mi nombre es Andreína Rancel.
Lo primero que tienen que saber es que mido 1.56 mts, soy morenita y tengo el pelo rulo. Unos días más rulo que otros, pero si lo necesitan planchado también se queda liso. Tengo 25 años pero mi age range es desde los 17 hasta los 27 (medio halado por los pelos, pero es un aproximado). Soy semi flaca, pero no me importaría engordar burda si así lo necesitaran.
También creo que es importante decirles que he estudiado en el Actor´s Workshop con Flo Salant Greenberg en Nueva York. En Caracas, he estudiado con Elia K. Schneider, Iraida Tapias, en el Gimnasio de Actores, en el Grupo Actoral 80 y con Antonio Cuevas.
Les escribo para que sepan que existo. Mi problema es que después de la primera vez que estudié en NYC, hace 13 años, llegué aquí y no conseguí a nadie que tuviera algo que enseñarme. Fue arrogante e inmaduro de mi parte, sí. Pero tienen que saber que yo no sabía que existían profesores capaces aquí. Las novelas venezolanas, a lo único que tuve acceso, no hablaban muy bien del talento venezolano ni del profesor que los enseñaba. Era mi único referente.
Me considero una tipa razonablemente talentosa. Sí, yo sé. Hay muchas tipas razonablemente talentosas en este país que tienen menos dignidad que yo y por eso es más fácil contratarlas a ellas. Lo que quiero es que escuchen un momento mis argumentos. Hace dos años tomé la decisión de que me dejara de importar. Calma, ya voy a explicarles. Me las eché al hombro. “Qué carajo importa estar buena, yo tengo talento que jode” fueron mis palabras. No se preocupen, lección aprendida. Ya entendí que me debo cuidar. Lo entendí hace un mes cuando empecé a preparar un personaje de la que me enamoré profundamente. Su nombre es Alex y me encanta la vida que agarró. O que le dí. Como quieran verlo, es casi igual, lo que pasa es que uno suena más modesto que el otro.
Siempre fui una chama atlética, pro deporte. Crecí y me dio ladilla, eso puede pasarle a cualquiera. Ya me enamoré de nuevo de mi humor después de segregar endorfinas gracias a saltar cuerda o caminar y hacer abdominales.
Entendí que cuidarse, no ponerse buenota, es parte fundamental de este trabajo. Cuidaré mi cuerpo con tanto esmero como cuido, profundizo, aprendo, practico y me desvivo mi arte. Eso es a lo que le llaman balance. Otra cosa para la que nunca había sido buena.
Hoy entendí que para que ustedes me tomen en cuenta debo adaptarme. No me voy a poner tetas, ni me voy a pintar el pelo de amarillo, ni voy a gastar millones de bolívares en masajes que probablemente no me quiten la celulitis, ni voy a salir maquillada todos los días de mi casa y mucho menos me empataré con un reggaetonero que quizás ustedes conozcan. Esas cosas no son negociables. Voy a comer mejor y echarme menos. Hasta ahí llego.
No hacer esas cosas require compromise también. Prefiero gastarme los 200 Bs del tinte en libros de teatro. Prefiero pasar 6 horas hacienda ejercicios de voz. Prefiero guardar el maquillaje hasta el día del casting. Prefiero huirle al reggaetón, a menos que esté rascada.
Quiero que sepan que si alguno de ustedes me da la oportunidad, podrán estar tranquilos. Nadie llegará más temprano que yo. Nadie trabajará más que yo. Nadie cargará cables tan bien como yo, nadie dejará el alma en ninguna parte como yo dejo la mía. Para mí, lo más difícil de este oficio que yo escogí, es hacer que el alma me vuelva al cuerpo. Pero lo hago porque me encanta dejarla. Nadie es tan apasionada, nadie lo quiere tanto y tan fuerte. Nadie es tan pana con directores, actores y técnicos como yo. Nadie es tan jodedora cuando el ambiente está tenso. Nadie respetará y amará los silencios como yo he aprendido por las malas a amarlos. Nadie tiene más ganas de trabajar incansablemente hasta sentir que se muere del agotamiento como yo podría hacerlo. Nadie es así de energético y dispuesto como yo, sea la hora que sea. Nadie es tan generosa. Yo he dejado de fumarme cigarros que mis pulmones necesitan por acompañar a mis compañeros y ayudarlos con la escena aunque se estén haciendo solamente sus tiros de cámara. Nadie querrá aprender de ustedes tanto como yo. Nadie observará y obedecerá las instrucciones, si son acertadas, como yo. Nadie ensayará tan duro por tantas horas. Nadie le agarrará cariño a sus compañeros de trabajo como yo lo hago. Nadie dice “compañerito” tan—fuck—cuchi como yo lo digo. Nadie lo respira, ni lo siente, ni lo lleva el corazón como yo cargo lo que hago todos los días. Nadie seguirá consultando a Stanislavski, Stella, Meisner y Uta en el set de ser necesario, como yo lo haría. Nadie sacrificará tantas noches ni tantas mañanas con el gusto que yo lo hago. Nadie es tan apasionada como yo. Nadie.
Lo último que tienen que saber es que su opinión de mí quizás me afectará y se interpondrá en mi camino, pero no me definirá nunca. Yo soy quien soy, a pesar de lo que ustedes digan. Yo seguiré haciendo lo que amo hacer, con o sin ustedes. Yo conseguiré mi camino hacia lograr vivir de esto. Con su ayuda o sin ella. Por su culpa o gracias a mí. Da igual.
Avísenme para mandarles las fotos. Estamos en contacto.
(Este post es el correspondiente al miércoles 29, pero no me pude aguantar hasta las 12).
(Este post es el correspondiente al miércoles 29, pero no me pude aguantar hasta las 12).
2 comentarios:
No va dirigido a uno, el común mortal, pero igual voy a hablar con unos panas del "medio", como dicen, a ver que tal.
Feliz día!
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