La Fiebre Porcina es Peanuts

A la fiebre matrimonial es a la que tenerle miedo. Pasa en TNT, pasa en la vida real. Lo ves en las películas: una amiga se compromete y las demás caen como moscas. Ese efecto dominó existe que te cagas en la vida real también. No hablaremos de ese esfecto dominó hoy.

Planteo el problema de las taradas con las que yo ando: no se ha comprometido ninguna. Bueno, una sola, pero no es del colegio, es de la universidad. Y, sin embargo, la última vez que estuvimos las del colegio todas juntas, hablablan de cómo iban a ser sus matrimonios. Todas describían el vestido a la perfección. Todas saben cuál es la diferencia de precio entre el Country y la Esmeralda. Todas quieren la Esmeralda, porque saben que el horario del Country es limitado. Todas saben que rosas en los centros de mesa es passé y todas usaban frases como "rosas es demasiado pasado de moda, x, mejor velas flotantes con pétalos."

Yo observaba callada, no les hice ningun comentario. Esperaba que ellas mismas se dieran cuenta de lo que hablaban y consideraran las circunstancias actuales de cada una. Cosa que, por cierto, nunca pasó. Acoto que ninguno de los novios que les he conocido ha sido un tipo que tú digas así "que bárbaro, que buena gente! Éste es, marica." Pero la gravedad real del problema es la siguiente: NINGUNA TIENE NOVIO. NINGUNA ESTÁ NI SALIENDO CON UN MEDIOCRE. UN TIPO DECENTE NO ESTÁ EN EL PANORAMA INMEDIATO DE NINGUNA DE LAS MUJERES QUE HABLABAN DE SU FUTURA BODA.

Aparentemente, tener un novio no es impedimento para imaginarte de qué color quieres las servilletas dobladas como cisne, ni para afirmar categóricamente que aunque Tartara sea muy caro vale la pena, porque EA es sencillamente impagable.

Algunos dicen que es inevitable, que en nuestros genes está que el Bridal Chip se prenda. Y yo les digo, aparte de que pueden ir a joderse, esto: tengo 23 años, soy amiga de estas pobres almas en desgracia desde que estoy en primer grado y no creo (nunca se puede decir nunca) que quiera casarme más adelante. Sin embargo, lo que sí sé, es que es una idiotez hablar de cómo quieres casarte cuando no te has dado ni un beso con alguien en tres semanas. Para inevitable el título de la canción de Shakira, no que todas tengamos que pensar en casarnos a partir de los veintitantos, coño.