Mi nombre es Andreína Rancel y una de mis peores cualidades es que soy súper metiche.
Te escribo esta carta porque yo lloré como tú lloras ahorita desde el 10 de febrero hasta el 31 de diciembre de 2008. Nueve meses y 21 días. No me llevas nada, friend.
También, como tú, yo dejé de comer por unos meses y después comí barbaridades por los meses siguientes. Reír no era una palabra que estuviera en mi diccionario. Al igual que tú, yo no iba al trabajo/universidad/colegio/calle porque el hueco que tenía en el pecho no me dejaba pararme de la cama. No me afeitaba las piernas tampoco, porque, pues pa´qué? Si andaba en mono y suéter tooodo el día. Como tú, yo dejé de quererme porque él ya no me quería. Tomé 90% de los días. No soy buena en matemáticas, pero quizás tú estudias ingeniería: ¿cuántos días son esos?
Yo dejé de ser quien era. Yo le decía a todo el mundo que me quería morir. Y debo confesar, con el dolor de alma de la mujer que siempre fui y que ahora soy de nuevo, que hacía todo porque eso ocurriera. Tomar y manejar, comer pura mierda, manejar burda de rápido en una camioneta súper inestable, fumar varias (2) cajas de cigarros diarias, joder mis horas de sueño. (Si eres médico sabes que la estaba cagando maaal). Nombra una actividad autodestructiva! Yo la hice! Esa también. Ajá. También. Sí. De cajón. Ok, no me vas a ganar. Las hice todas.
Dejé de ver televisión y películas porque todas me recordaban a él. Tenía una capacidad increíble para proyectarme (si estudias psicología sabes lo que es). Dejé de ir a los lugares a los que normalmente iba porque la garganta me picaba, los ojos se llenaban de lágrimas y empezaba a temblar. O iba a propósito porque una no es mujer si no es un poquito masoquista.
Estaba tan triste que me llegó a gustar Twilight. (Si estudias letras, sabes que eso es pecado capital). Me odiaba tanto y me sentía tan sola que buscaba compañía en discotecas y me daba los besos con el primero que se me pasara por delante. (Si eres puta, sabes que eso es un No No).
Todo lo que tú sientes ahorita, los ojos hinchados, el hueco en el pecho, las ganas de morir, los dolores de cabeza, la falta de sueño, la vida hecha mierda, la incomprensión de tus amigas, la burlita de "malpegada," la añoranza de tu autoestima, las ganas de matar a la gente que te dice "ay, supéralo y ya," la rutina destruida, la falta de motivación, la profundidad del foso, la imposibilidad de trepar hasta arriba, la duda y las constantes preguntas sobre si en serio vas a poder recuperarte...todo, todo, literalmente TODO eso, yo lo sentí.
Te escribo para decirte, aunque no me creas, que vas a estar bien. Confía en ti y en que no hay otra manera de salir del foso sino queriendo salir de él.
4 comentarios:
Todo eso que tú dices te lo tengo por acá. Menos lo último. Cuando creo que lo tengo pasa siempre algo que me lo roba... y maldoición, empezar de nuevo a buscarlo cuesta el mundo.
BIEN DICHO,,
q arrecho es ver como todas algunas vez nos sentimos de la misma manera!! :S
que rara me senti leyendo tu post, pense que me conocias, que habia hablado contigo y que al final dirias: estas son palabras de una looser que DICE (nadie nos cree que nos sentimos tan mal en esos momentos)que le pasaron todas esas cosas... :/ pero yo tambien lo supere (JA! en algun momento esto ultimo sera verdad)
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