domingo, 6 de julio de 2008

Otro Beso Así.

Toda una noche hablando de nosotros. Mientras me mirabas y hablabas en Francés. Mientras yo te miraba hipnotizada y me daba pena porque tu acento era perfecto y el mío sólo excelente. No me acuerdo de todo lo que hablamos. Ahora sólo me acuerdo de las partes más importantes, por dos razones. La primera, porque era difícil acordarme de inhalar y exhalar en tu presencia. Eras tan bello. Eras más bonito que yo, por Dios. Te vestías demasiado bien. Olías rico. Me veías a los ojos y los tuyos se desviaban por por milésimas de segundo a mi boca. A la boca que querías besar. La segunda, porque he tratado por todos los medios de olvidar esa noche. Algo queda, pero sólo lo importante. Sólo lo que me da la certeza de que en algún momento yo fui importante en tu vida. Lo que me dio la seguridad de que no era yo sola la que estaba emocionada porque estábamos sentados en frente del otro. Tú y yo, seis meses después, sólo separados por un círculo de madera y unas tazas de café.

Una cosa importante de esa noche era tu mirada. El hecho de que fuera más linda que tus ojos. Los ojos y la mirada no son lo mismo, ¿sabías eso? Lo irrelevante era el color de ellos. Ya no me acuerdo de qué color tienes los ojos, menos mal.

Otro hecho fundamental es que esa noche estabas igual que yo. Los dos sentíamos algo. No sabíamos que era, pero sentíamos algo. Y fuimos unos idiotas porque no supimos cómo hacérselo saber al otro por una parte importante de la noche. No. Retiro lo que dije. Fue inteligente no saltar encima de la mesa para darte un beso. Eso hizo que el suspenso y las ganas crecieran. Eso, hizo que el final de la noche superara nuestras expectativas.

Una de la situaciones que mereció quedarse en mi memoria fue que te pusieras celoso cuando el dueño de Marquee se acercó a conocerme y el hecho de que hasta el sol de hoy puedo salir a rumbear gratis en la mejor discoteca de la mejor ciudad.

La rosa también pertence al grupo de cosas que recordar de la noche. De dónde sacaste una rosa, cómo hiciste para dársela al mesonero sin que yo me diera cuenta, por qué tengo guardada esa rosa todavía, en qué momento escribiste la tarjeta que la acompañaba, por qué hasta tu letra es bella y dónde está esa tarjeta son preguntas que nunca tendrán respuesta. Se me ha escapado de las manos entenderlos. Tres años después, sigo sin entender. Quizás por eso es que todavía lo recuerdo.

Pero ninguna de esas cosas tuvo un significado tan profundo como el beso. Ese beso que nos tumbó los abrigos, las chaquetas, las camisas y las medias. Ese beso en el lugar menos romántico. El que pensábamos que nos íbamos a dar caminando agarrados de las manos mientras nevaba y que no nos dimos porque estábamos fumando. Que no te di porque no me atrevía antes. No hubiera sido lo mismo. Ese beso no planificado. Ese beso que nos preocupó. Ese beso que me tuvo soñando despierta toda la noche. El que todavía me quita el sueño. El beso que no entendimos por qué no nos dimos antes. El beso que nos dejó atontados y viéndonos a los ojos tratando de decirnos cuánto había significado. El beso con el que pasamos de ser resuelve de verano a algo más. El beso que fue tan bueno que es imposible describir. El beso que fue lo suficientemente corto como para no ser una de esas parejas que la gente odia, pero lo suficientemente largo como para marearme y empezar a sospechar que me gustabas más de lo que pensé. Es posible quizás contar cómo pasó, pero no creo que sea posible poner en papel cómo me sentía al respecto. Sin embargo, voy a intentarlo de todas maneras.

Cuando se acabó nuestra cita, me fui con mi rosa en una mano y tu mano en la otra hasta el tren. Esa noche fue la primera vez en la que me sentí plenamente feliz por mucho tiempo. No valía el otro hombre, ni me acordaba de cómo se llamaba. No valía mi beca, ni mi universidad, ni mi familia, ni yo. Importábamos sólo nosotros y lo que estaba pasando. Cuando finalmente llegamos al tren, tu mano soltó la mía para agarrarme por la cintura y acercarme a ti. Por un momento pensé que ibas a besarme. Aunque en ese momento me decepcioné, ahora agradezco haberme equivocado. Me viste a los ojos por unos segundos y me diste un abrazo más largo de lo que dicen las reglas no escritas sobre abrazar a mujeres con las que tuviste algo en el pasado. Por medir lo que mido, tuve que pararme de puntillas para poder rodear tu cuello. Mi cabeza cabía perfecto en el espacio cóncavo que había entre tu perfecta mandíbula y tu hombro. Respiré profundo, te di las gracias por el café, te besé en el cachete y me alejé. Me partió el corazón tu mirada. Sospecho que a ti la mía también. En ese momento ambos pensábamos que iba a ser la última vez que intercambiáramos una mirada tan profunda aunque nos gustáramos tanto. Entré al tren resignada a quedarme con las ganas de sentir tu boca en la mía. Justo cuando, en milésimas de segundo, me dije a mi misma que tenía que volver a salir del tren para darte el beso que tanto quería recibir, algo sonó en mi ventana. Tus ojos me pidieron que saliera y tu mano reposaba en el vidrio todavía. Sonreí porque sabía qué iba a pasar. "No podía irme sin darte esto," susurraste antes de darme el mejor beso de mi vida. El beso que paralizó mi corazón y me puso a temblar. El beso que sigo esperando que deje de ser el número uno. El beso que quiero que pierda pronto.

6 comentarios:

eusucre dijo...

Ayyyy... tears!

yo conozco este cuento y siempre me ha encantado jejeje!

q rico es ese suspenso no?? hace unos meses tuve un beso perfecto! (y q bolas q haya sido esta historia tuya la q hizo q me diera cuenta de ello... pq todavia- aunque la persona no este cerca- ese preciso beso no lo puedo olvidar).

Miss Alice dijo...

^Sigh^ Cómo hago para que me besen así de perfecto???

Carito dijo...

Se me olvidaron los besos perfectos! pero que rico para quienes los han tenido últimamente!!!

ArrozConMango dijo...

Señorita usted no es ni la única cursi, ni la única con sorpresas, ni la única que extraña los besos así!
muaaaaaax

Victor Marin Viloria dijo...

Coño Nina me dejaste mal con esta vaina!!

A mí me pasó algo muy parecido y todo el recuerdo se me disparó al leer todo esto y me agarró desprevenido... y me quedé pegado recordando esa vaina durante todo el día!!

Qué cagada es reconocerme tan vulnerable a los recuerdos que creí ya superados... No sé si sienta rabia por eso... no sé cómo carajos me siento al recordar esas cosas. Lo que sí sé es que una de las cosas que me mantiene vivo es precisamente la certeza de que, en mi caso, ese beso no ha muerto... de que ese beso tiene una maravillosa segunda parte!!

Cada día escribes mejor Andreína Rancel!

Ves que me dejaste mal coño?!

Laura Strazza... dijo...

Que buen romantic story chama